En su guerra de 2006 con Hezbollah, Israel intentó matar a Hassan Nasrallah tres veces.
Uno de los ataques aéreos falló, ya que el líder de Hezbollah había abandonado el lugar previamente. Los otros no lograron atravesar los refuerzos de hormigón de su bunker subterráneo, según dos personas familiarizadas con los intentos de asesinato.
El viernes por la noche, el ejército israelí corrigió esos errores. Rastrearon a Nasrallah hasta un búnker construido bajo un complejo de departamentos en el sur de Beirut y lanzaron hasta 80 bombas para asegurarse de que muriera, según los medios israelíes.
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"Llegaremos a todos, en todas partes", se jactó el piloto del avión de guerra F-15i que, según el ejército israelí, lanzó la carga letal, destruyendo al menos cuatro edificios residenciales.
Sin embargo, la arrogancia confiada del estamento militar y de seguridad israelí, que en las últimas semanas ha asestado una serie de golpes devastadores a uno de sus mayores rivales de la región, oculta una verdad incómoda: en casi cuatro décadas de lucha contra Hezbollah, recién ahora Israel logró dar vuelta realmente la tabla.
Lo que ha cambiado, según funcionarios y exfuncionarios, es la profundidad y la calidad de la inteligencia en la que Israel ha podido apoyarse en los dos últimos meses, empezando por el asesinato el 30 de julio de Fuad Shukr, una de las manos derechas de Nasrallah, cuando visitaba a un amigo no lejos del lugar del atentado del viernes.
Estos funcionarios describieron una reorientación a gran escala de los esfuerzos de recopilación de información de Israel sobre Hezbollah tras el sorprendente fracaso de su mucho más poderoso ejército para asestar un golpe de gracia contra la organización en 2006, o incluso para eliminar a sus altos dirigentes, incluido Nasrallah.
Durante las dos décadas siguientes, la sofisticada Unidad 8200 de inteligencia de señales de Israel y su dirección de inteligencia militar, denominada Aman, extrajeron enormes cantidades de datos para trazar el mapa de la milicia de rápido crecimiento en la "arena del norte" de Israel.
Miri Eisin, exoficial de inteligencia de alto rango, dijo que eso requería un cambio fundamental en la forma en que Israel veía a Hezbollah, un grupo libanés que había minado la voluntad y la resistencia de Israel en el atolladero de sus 18 años de ocupación del sur del Líbano. Para Israel aquello terminó en 2000 en una retirada ignominiosa, acompañada de una pérdida significativa de recopilación de inteligencia.
En lugar de ello, dijo Eisin, la inteligencia israelí amplió su apertura para ver la totalidad de Hezbollah, mirando más allá de sólo su ala militar a sus ambiciones políticas y crecientes conexiones con la Guardia Revolucionaria de Irán y la relación de Nasrallah con el presidente sirio Bashar al-Assad.
"Hay que definir, en ese sentido, exactamente lo que se busca", dijo. "Ese es el mayor reto, y si se hace bien, te permite ver esto en toda su complejidad, ver el cuadro completo".
La inteligencia israelí se había referido durante casi una década a Hezbollah como un "ejército del terror", en lugar de como un grupo terrorista "como Osama bin Laden en una cueva", dijo. Fue un cambio conceptual que obligó a Israel a estudiar a Hezbollah tan de cerca y con tanta amplitud como al ejército sirio, por ejemplo.
A medida que Hezbollah crecía en fuerza, incluso en 2012 desplegándose en Siria para ayudar a Assad a sofocar un levantamiento armado contra su dictadura, dio a Israel la oportunidad de medirlo. Lo que surgió fue un denso "cuadro de inteligencia": quién estaba al mando de las operaciones de Hezbollah, quién ascendía, quién era corrupto y quién acababa de regresar de un viaje inexplicable.
Aunque los combatientes de Hezbollah se habían curtido en la sangrienta guerra de Siria, las fuerzas de la organización habían crecido al ritmo del prolongado conflicto. Ese reclutamiento también los hizo más vulnerables a los espías israelíes que colocaban agentes o buscaban posibles desertores.
"Siria fue el comienzo de la expansión de Hezbollah", afirma Randa Slim, directora de programas del Middle East Institute de Washington. "Eso debilitó sus mecanismos de control interno y abrió la puerta a la infiltración a gran escala".
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La guerra en Siria también creó una fuente de datos, muchos de ellos disponibles públicamente para que los espías de Israel -y sus algoritmos- los digirieran. Los obituarios, en forma de los "carteles de mártires" utilizados regularmente por Hezbollah, fueron uno de ellos, salpicados de pequeñas perlas de información, incluyendo de qué ciudad era el combatiente, dónde fue asesinado y su círculo de amigos que publicaban la noticia en las redes sociales. Los funerales eran aún más reveladores, y a veces sacaban de la sombra a altos dirigentes, aunque fuera brevemente.
Un expolítico libanés de alto rango en Beirut afirmó que la infiltración en Hezbollah de los servicios de inteligencia israelíes o estadounidenses era "el precio de su apoyo a Assad".
"Tuvieron que revelarse en Siria", dijo, donde el hermético grupo de repente tuvo que estar en contacto y compartir información con el servicio de inteligencia sirio, notoriamente corrupto, o con los servicios de inteligencia rusos, que eran vigilados regularmente por los estadounidenses.
"Pasaron de ser muy disciplinados y puristas a alguien que [al defender a Assad] dejó entrar a mucha más gente de la que debería", dijo Yezid Sayigh, investigador principal del Carnegie Middle East Center. "La complacencia y la arrogancia fueron acompañadas de un cambio en sus miembros: empezaron a volverse flojos".
Eso supuso un cambio para un grupo que se enorgullecía de su capacidad para defenderse de la celebrada destreza de los servicios de inteligencia israelíes en Líbano. Hezbollah voló la sede del Shin Bet en Tiro no una sino dos veces en los primeros años de la ocupación israelí del sur del Líbano. En un momento dado, a finales de la década de 1990, Israel se dio cuenta de que Hezbollah estaba secuestrando sus emisiones de aviones no tripulados, que entonces no estaban encriptadas, enterándose de los propios objetivos y métodos de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI), según dos personas familiarizadas con el asunto.
El creciente interés de Israel por Hezbollah en la región se vio acompañado de una ventaja técnica cada vez mayor y, con el tiempo, insuperable: satélites espía, drones sofisticados y capacidades de pirateo cibernético que convierten los celulares en dispositivos de escucha.
Recoge tantos datos que cuenta con un grupo especializado, la Unidad 9900, que escribe algoritmos que examinan terabytes de imágenes visuales para encontrar los cambios más leves, con la esperanza de identificar un artefacto explosivo improvisado al borde de una ruta, un conducto de ventilación sobre un túnel o la repentina adición de un refuerzo de hormigón, que sugiere la existencia de un bunker.
Una vez que se identifica a un operativo de Hezbollah, sus pautas diarias de movimientos se introducen en una vasta base de datos de información, extraída de dispositivos que pueden incluir el celular de su esposa, el cuentakilómetros de su auto inteligente o su ubicación. Según varios funcionarios israelíes, pueden identificarse a partir de fuentes tan dispares como un dron que sobrevuela la zona, una cámara de circuito cerrado de televisión pirateada por la que pasa e incluso su voz captada por el micrófono de un control remoto de televisión moderno.
Cualquier ruptura de esa rutina se convierte en una alerta para que un oficial de inteligencia haga una selección, una técnica que le permitió a Israel identificar a los comandantes de nivel medio de los escuadrones antitanque que habían hostigado a las tropas de las FDI desde el otro lado de la frontera. En un momento dado, Israel controló los horarios de los comandantes individuales para ver si habían sido llamados de repente en previsión de un ataque, dijo uno de los funcionarios.
Pero cada uno de estos procesos requería tiempo y paciencia para desarrollarse. A lo largo de los años, la inteligencia israelí fue capaz de poblar un banco de objetivos tan vasto que, en los tres primeros días de su campaña aérea, sus aviones de guerra trataron de eliminar al menos 3000 presuntos objetivos de Hezbollah, según las declaraciones públicas de las FDI.
"Israel tenía muchas capacidades, mucha información almacenada esperando para ser utilizada", dijo un exoficial. "Podríamos haber utilizado estas capacidades hace mucho más tiempo durante esta guerra, pero no lo hicimos".
Esa paciencia parece haber dado sus frutos a los militares. Durante más de 10 meses, Israel y Hezbollah intercambiaron disparos transfronterizos, mientras Israel mataba a unos cientos de operativos de bajo nivel de Hezbollah, la gran mayoría de ellos dentro de un escenario del conflicto que se expandía lentamente, extendiéndose unos pocos kilómetros al norte de la frontera.
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Esto parece haber inducido a Nasrallah a pensar que los dos archirrivales estaban inmersos en un nuevo tipo de conflicto, con líneas rojas bien definidas que podrían gestionarse hasta que Israel acordara un alto el fuego en Gaza con Hamás, permitiendo a Hezbollah una "vía de salida" que le permitiera acordar un alto el fuego con Israel.
El grupo apenas había iniciado esta ronda de fuego con Israel el 8 de octubre, en solidaridad con Hamás, respaldado por Irán, en un intento de mantener al menos parte de la potencia de fuego israelí inmovilizada en su frontera norte.
"Hezbollah se sintió obligado a participar en el combate, pero al mismo tiempo se limitó mucho: nunca tuvo intención de tomar una iniciativa en la que pudiera tener alguna ventaja", dijo Sayigh, del Carnegie Middle East Center.
"Parece que han lanzado unos cuantos cohetes aquí y allá, y han recibido unos cuantos impactos a cambio, y se han dejado llevar por la idea de que eso era todo lo que podían hacer: han mantenido una, si no las dos, manos atadas a la espalda y no han hecho nada que se acerque a su plena capacidad de actuación", agregó Sayigh.
Pero incluso la posibilidad de que Hezbollah intentara el mismo tipo de ataque transfronterizo que Hamás había llevado a cabo con éxito el 7 de octubre -matando a 1200 personas en el sur de Israel y llevando a 250 rehenes de vuelta a Gaza- fue suficiente para que Israel evacuara las comunidades cercanas a su frontera con Líbano. Unos 60.000 israelíes se vieron obligados a abandonar sus hogares, convirtiendo la frontera en una zona de guerra activa con Hezbollah.
Para crear las condiciones necesarias para su regreso, el primer ministro Benjamin Netanyahu parece haber desplegado las capacidades ofensivas más avanzadas de Israel, según funcionarios informados sobre las operaciones.
Eso incluyó la detonación sin precedentes de miles de beepers con trampas explosivas hace dos semanas, hiriendo a miles de miembros de Hezbollah con los mismos dispositivos que habían pensado que les ayudarían a evitar la vigilancia de Israel.
Culminó el viernes con el asesinato de Nasrallah, una hazaña que el predecesor de Netanyahu, Ehud Olmert, había autorizado en 2006 y que las FDI no habían logrado.
En los últimos meses, si no años, los servicios de inteligencia israelíes casi habían perfeccionado una técnica que les permitía, al menos de forma intermitente, localizar a Nasrallah, de quien se sospechaba que vivía principalmente bajo tierra en una madriguera de túneles y búnkeres.
En los días posteriores al 7 de octubre, aviones de combate israelíes despegaron con instrucciones de bombardear un lugar donde Nasrallah había sido localizado por la dirección de inteligencia israelí Aman. La incursión se canceló después de que la Casa Blanca exigiera a Netanyahu que lo hiciera, según uno de los funcionarios israelíes.
El viernes, la inteligencia israelí parece haber localizado de nuevo a Nasrallah, dirigiéndose a lo que las FDI denominaron un bunker de "mando y control", aparentemente para asistir a una reunión que incluía a varios altos dirigentes de Hezbollah y a un alto mando iraní de las operaciones de la Guardia Revolucionaria.
En Nueva York, Netanyahu fue informado al margen de su discurso ante la Asamblea General de la ONU, donde rechazó la idea de un alto el fuego con Hezbollah y prometió seguir adelante con la ofensiva israelí. Una persona familiarizada con los acontecimientos dijo que Netanyahu sabía de la operación para matar a Nasrallah antes de que pronunciara su discurso.
La campaña de Israel no ha terminado, dice Netanyahu. Todavía es posible que Israel envíe tropas terrestres al sur de Líbano para ayudar a despejar una zona de seguridad al norte de su frontera. Gran parte de la capacidad misilística de Hezbollah sigue intacta.
"Hezbollah no ha desaparecido en los últimos 10 días: los hemos golpeado y degradado y están en la fase de caos y luto", afirmó Eisin, exalto cargo de los servicios de inteligencia. "Pero siguen teniendo muchas capacidades que son muy amenazadoras".