Con la primavera a la vuelta de la esquina, los hogares se preparan para recibirla adornándola casa con llamativas flores que prometen llenar los espacios de aromas, vida y color.
Sin embargo, a pesar de su esplendor, la realidad es que su durabilidad suele ser bastante limitada. El tiempo parece acelerar la marchitez de estos efímeros tesoros, dejándonos con el deseo de que su belleza pudiera perdurar.
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Afortunadamente, existen métodos sencillos para prolongar la vida de nuestras flores al utilizar ingredientes que, probablemente, ya tenemos en casa.
El licenciado Ernesto Benito Giardina, director de la carrera de floricultura en la Universidad de Buenos Aires (FAUBA), habló con El Cronista y dio una serie de consejos prácticos para mantener la frescura y longevidad de nuestras plantas.
Con su experiencia en el cuidado poscosecha, Giardina intenta guiar sobre cómo optimizar la vida útil de los ramos y asegurar que su belleza perdure el mayor tiempo posible.
A continuación el ingeniero agrónomo, Ernesto Benito Giardina, detalló todos las prácticas y recomendaciones para que las flores y plantas duren mucho más:
Algunas investigaciones sobre jardinería destacan que ciertos componentes que tenemos en nuestro hogar podrían ser beneficiosos para la durabilidad de nuestras flores. A continuación, se detallan algunos de ellos:
El agua es el componente fundamental de cualquier solución preservante. El agua proporciona el líquido necesario para que las flores puedan continuar absorbiendo nutrientes y mantenerse hidratadas.
El azúcar actúa como un sustrato respirable al ofrecer una fuente de alimento adicional para las flores.
El azúcar ayuda a mantener el equilibrio energético de la planta, permitiendo que las flores continúen realizando procesos metabólicos vitales y retardando su deterioro.
Entre los reguladores más efectivos se encuentran el ácido acetilsalicílico y su forma comercial, la bayaspirina. Este compuestos ayuda a retardar el envejecimiento de las flores.
La bayaspirina actúa como un inhibidor del etileno, un gas que acelera el proceso de envejecimiento y la caída prematura de las flores.
Productos como el cloro o la lavandina se incorporan para eliminar microorganismos presentes en el agua.
Estos germicidas previenen la proliferación de bacterias y hongos que pueden acortar la vida útil de las flores al deteriorar su estructura interna y reducir su capacidad para absorber agua.
Incorporar productos antioxidantes o compuestos que refuercen el sistema antioxidante de las flores puede ayudar a prevenir el daño celular causado por el estrés y el deterioro.
Extractos herbales como la pimienta, la cúrcuma, el tomillo y la annona son ejemplos de estos beneficiosos aditivos.
El uso de aceites esenciales como el de anís, comino, lavanda, albahaca, canela, eucalipto y pasto limón puede proporcionar propiedades adicionales para la conservación.
Estos aceites no solo aportan fragancia, sino que también pueden tener efectos antimicrobianos y antioxidantes que ayudan a mantener las flores frescas por más tiempo.
Los ácidos en las soluciones preservantes ayudan a reducir el pH del agua. Un pH más ácido inhibe el crecimiento de bacterias y hongos que pueden obstruir los vasos de las flores, evitando su descomposición prematura. Algunos ejemplos podrían ser:
El ingeniero agrónomo Giardina señaló que no existe una receta universal para todas las plantas debido a las variaciones en las características de cada planta, las condiciones ambientales y el proceso de corte. "Todo depende de prueba y error", remarcó.
Citando al célebre médico y alquimista del siglo XVI, Paracelso, Giardina explicó que "la diferencia entre un medicamento y un veneno es la dosis."
Cada planta tiene sus propias necesidades y respuestas a los cuidados que recibe, lo que hace esencial ajustar las prácticas de mantenimiento a las particularidades de cada tipo de flor.