El exasesor del expresidente de Estados Unidos George H. Bush, docente de economía internacional en IMD Business School, fundador del sitio VoxEu.org, Richard Baldwin, puso en duda que un triunfo de Donald Trump en las elecciones de noviembre pueda representar una mejora en las posibilidades de Argentina de obtener financiamiento externo. Sostuvo además que la tensión entre China y el país del norte va a durar mucho tiempo y destacó que los servicios pueden ser la ruta de desarrollo para países de ingresos medios.
Baldwin visitó el país esta semana para participar de la presentación del Boletín Informativo Techint China y la reconfiguración del comercio y las inversiones internacionales. El especialista en comercio internacional, globalización y desarrollo disertó sobre los cambios geopolíticos y económicos que representan la extendida tensión entre China y Estados Unidos y los nuevos escenarios que plantea, como la búsqueda del segundo de contener el desarrollo militar del gigante asiático.
Consultado sobre sus perspectivas respecto de lo que un eventual triunfo de Trump puede significar para Argentina, en especial sobre la necesidad de financiamiento internacional que atraviesa el país, el exasesor de Bush (padre) sostuvo que el empresario tiene un deseo abrumador de "quedar bien", lo que hace difícil predecir qué es lo que va a hacer respecto de Argentina.
"Harris tendrá una continuidad respecto de Biden, sobre todo en política exterior. Tiene personas comprometidas con la visión de una dinámica global basada en reglas, que ven como importante para el desarrollo estadounidense".
"El Banco Mundial y el FMI quieren asegurarse de que países como Argentina no se conviertan en estados fallidos. Con Trump, no se puede predecir, no es algo que esté pensando (qué hacer sobre Argentina). En cambio con Harris sería una continuidad de lo que se vio con (los expresidentes) Clinton, Bush, Obama, algo parecido a eso", dijo el especialista.
"Si Estados Unidos va a ayudar a Argentina cuando tenga necesidad o no, como lo hizo en las últimas 5 administraciones, si gana Harris, es posible que pase. Con Trump, no lo sabemos. Espero que su presidente (por Javier Milei) sepa jugar golf", bromeó el economista, quien narró circunstancias en las que las vinculaciones de Trump a través de ese deporte sirvieron para agilizar negociaciones.
Sobre Milei, destacó que es "fascinante de ver desde afuera" aunque agregó que se presentaba con una motosierra "y el hombre resulta que es un político". Agregó que considera que sus resultados son mejores de lo que esperaba: "Parecía como esos cambios radicales, como si fuesen a tener su propio Trump o su Brexit, como si alguien decidiera que estaba todo mal, iba a entrar y destruir todo, pero nada de eso pasó".
"Para que Argentina se inserte mas en las cadenas globales hay que moverla 2.000 kilómetros hacia arriba", bromeó el economista sobre por qué nuestro país no era un objeto para la relocalización industrial.
El comercio de servicios, según Baldwin, es el futuro del comercio global: "Hay países que van a cambiar su modelo de desarrollo. Países como Argentina, con gente con alto nivel educativo, pero bajos salarios, van a seguir modelos de desarrollo como el que tuvieron India, Filipinas o Costa Rica, en torno a grandes ciudades que exportan servicios, desde los más básicos a los más sofisticados". El plazo que fija el especialista para este esquema es los próximos 20 o 30 años.
La tecnología digital, explicó, hace que los trabajos remotos sean cada vez más fáciles, mientras que la inteligencia artificial generativa hace que los trabajadores sean más productivos en servicios, además de igualar condiciones hacia Occidente proque facilita el acceso al lenguaje.
Baldwin dice que el desarrollo industrial no desaparecerá, pero argumenta que lo más conveniente es que se de con un crecimiento en los servicios: "Es la única opción que queda".
Uno de los factores sobre los que opera en detrimento industrial pero impulsa los servicios es la automatización: según explicó, se pierde el incentivo para producir lejos porque facilita la producción en cualquier lado a costos similares. "La razón por la que producíamos en China es porque la mano de obra era barata. La automatización está sacando la mano de obra de la fabricación".
En base a esto es que proyecta que a nivel global y a la larga, la producción volverá a ser localizada, regionalizada, pero sin empleos.
Baldwin subrayó que las tensiones entre China y Estados Unidos llevan mucho tiempo y que no empezaron con Trump: "La gente lo personaliza, pero no es así, hay que pensarlo como una historia a largo plazo, de poderes que suben y que bajan".
"Cuando Estados Unidos entró en conflicto con Japón, tenían los mismos temas que ahora con China: desequilibrio comercial, semiconductores, tipo de cambio depreciado, un capitalismo inusual, protecciones al comercio, el acero. La diferencia del conflicto actual con el de Japón es que en ese entonces Estados Unidos tenía 30 mil tropas en el territorio y Japón dependía de esa presencia para su seguridad nacional", agregó.
En este conflicto actual, consideró, hay más elementos geoestratégicos, de industria de seguridad nacional porque "Estados Unidos teme que China lo desplace como potencia" en la materia.
El economista analizó que el conflicto se va a mantener por mucho tiempo porque el repudio entre los países tiene bases populares: "Si miramos el desempeño económico de EE.UU., hay un malestar en los últimos 35 años, que no hubo aumento del ingreso medio familiar, subió la tasa de suicidios, el alcoholismo, los casos de sobredosis, a pesar de que hubo un crecimiento económico general. Mientras la expectativa de vida en Estados Unidos baja, la de China sube. En EE.UU. la gente está enojada y está conforme con que los políticos responsabilicen a China de su malestar. Por eso todo el espectro político estadounidense mantiene a China como rival, no solo económico sino también militar".
En paralelo, en China hablan del período entre 1840-1940 como el "siglo de la humillación", y agregó que "ahora están renaciendo".
"La historia de hace cien años está muy viva en China, y por eso están conformes con que su Gobierno se pare frente al imperialismo occidental", agregó Baldwin para explicar las bases populares de la tensión entre estos países.
Sin embargo, para Baldwin, se trata de "dos formas de capitalismo diferentes", una guiada fuertemente por el Estado, y la otra guiada por el mercado pero con intervención gubernamental, "sobre todo en el sector militar y agricultura".
"Al final del día no hay razón para que no puedan convivir, como lo hicieron Estados Unidos y Japón". El obstáculo que encuentra en esa convivencia es que Estados Unidos busca limitar el desarrollo militar chino, en especial en "semiconductores avanzados, inteligencia artificial y mecánica cuántica, impulsada por el sector militar". Del otro lado, "China no va a aceptar ser una potencia militar de segunda y no tiene por qué hacerlo, y tampoco es que Estados Unidos vaya a poder impedirlo".