Un miércoles aparece Mauricio Macri en medio de un escenario sepia mangueando cargos, pidiendo por licitaciones, tratando de recordar que él fue el primero en hablar de cambio, como para que no lo abandonen esos votantes ahora flashean con Javier Milei.
Un sábado de repente Cristina Kirchner asoma desde México y hace una ensalada donde explica que hay mil indicios y coincidencias de fechas que reflejan que está siendo perseguida con un plan fríamente urdido, pero encuentra mil matices para poner en contexto al gobierno de Venezuela que inventó resultados de una elección, mató al menos 20 manifestantes y mandó a investigar a los principales líderes opositores que aún no ha encarcelado.
Un martes, como si fuera poco, Alberto Fernández es denunciado por su ex pareja Fabiola Yáñez por violencia física mientras él era presidente y convivían en la Quinta de Olivos. El contraste entre el discurso feminista del entonces mandatario y lo que ahora se revela era su vida íntima le cae como anillo al dedo a la estrategia de reducción del Estado y de las políticas específicamente de género a La Libertad Avanza.
Y un miércoles, hasta ahora, el ex secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, es condenado por truchar los datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) durante el segundo semestre de 2007, cuando la inflación subía pero el Índice de Precios al Consumidor no. Ayer, el economista Leopoldo Tornarolli recordaba que mintiendo con la medición la pobreza en 2013 daba 4,7% cuando en realidad estaba en 26,9%. Una pinturita.
Los principales referentes políticos de la Argentina reciente le ofrecen un combo perfecto a la Casa Rosada, al punto que Milei, siempre catártico y omnipresente, desde el 19 de julio no da entrevistas y sólo se remite a su habitual participación en la red social X.
La reaparición en poco tiempo de las caras más emblemáticas del fracaso en materia económica, los zombies que la gente rechazó al votar por una alternativa extrema pero nueva, financia el aguante de la población al intento de estabilización en marcha que lleva adelante el Gobierno.
De hecho, ni le hace mella el escándalo de los diputados de su partido que fueron a visitar represores presos a la cárcel. No genera ninguna crítica tampoco que un gobernador como Ignacio Torres, de Chubut, revele que ante una queja suya por ataques de trolls desde el Gobierno le dijeron "ya los desactivamos", admitiendo que funcionan como un mecanismo paraestatal organizado.
Hay un dale-que-va por el que tampoco nadie le pregunta nada a nadie sobre si YPF le vende un área petrolera a una empresa de un ex funcionario de Macri que se creó un rato antes de la operación. "En otro momento hubieran tenido que explicar cómo se lo eligió, cuánto fue la inversión, algo", explican en el sector.
Y pasa como parte del plan de desregulación sin más preguntas la apertura del sistema SUBE, un maridaje perfecto entre un beneficio para los pasajeros con un negocio enorme que se abre para las billeteras virtuales con Mercado Pago a la cabeza. A propósito, en el mercado se preguntan también si se adjudicará directamente el manejo de los pagos a una empresa que tiene como accionistas a algunos conspicuos directivos del Banco Nación. Seguro que igual puede pasar lo que sea.
Con la pobreza en el 54,9% al primer trimestre según la Universidad Católica Argentina (UCA) y, según los microdatos de la Encuesta Permanente de Hogares del Indec, con aglomerados urbanos arriba del 80% en distintos puntos del país, la Argentina de Milei entró esta semana en una fase delicada donde el mundo se le puso definitivamente con viento en contra.
El "lunes negro" gatillado por el miedo a una recesión en Estados Unidos y el fin de la plata barata en Japón para inundar de inversiones las bolsas del mundo recordó el principal aprendizaje del Luis Caputo ministro de Milei respecto del "Messi de las finanzas" de la era Macri: no haber levantado los controles de capitales.
"Menos mal que tenemos el cepo", declaró de hecho el secretario de Prensa, Eduardo Serenellini, uno de esos funcionarios que charla con los periodistas que el jefe de Estado destrata.
En algunas mesas de Wall Street aprovechaban la calma posterior a la tormenta para tratar de calcular cuánto es el volumen de inversiones de japoneses que podría retirarse de los mercados. Unos dijeron "2 o 3 trillions", es decir, "2 ó 3 millones de millones de yenes". Otros multiplicaron esa cifra por 10. La locura es total. En ese caso, el barrilete estaría por empezar a remontar. Agarrate.
Con el riesgo país duro de bajar de los 1600 puntos en este contexto, resuena distinto la expresión "riesgo de incumplimiento" con la deuda que incluyó el ex ministro de Economía, Domingo Cavallo, al final de su último posteo en su blog. De golpe aparecieron notas sobre que Caputo trata de convencer al mercado de que no habrá otro default. Digamos, o sea.
Encima, la devaluación del real brasileño, que agrega más presión a la estrategia de mantener clavado el tipo de cambio en un aumento del 2% mensual para contener la inflación, pareciera completar una tormenta perfecta junto a la persistente baja del precio de la soja, el principal cultivo de la Argentina, y también la caída del petróleo, el nuevo commodity clave de las exportaciones de energía.
A todo esto, el as en la manga que servía para tratar de espantar cualquier duda sobre la sostenibilidad del programa en marcha, ese voluntarista "hay que aguantar hasta que gane Trump y le tire una soga al Javo en el FMI", sufrió dos pellizcos de realidad.
Inflación y superávit fiscal: el mensaje del FMI tras la reunión con Caputo
Por un lado, un dolido ex burócrata del organismo, Mauricio Claver Carone, dijo que el vínculo del candidato republicano con el libertario no es igual al que tenía con Macri, por lo que nada garantiza que vaya a haber guita una vez que asuma. El flamante nuevo acuerdo hay que empezar a discutirlo ahora en septiembre.
Pero además empezaron a aparecer encuestas en los Estados Unidos donde Kamala Harris, la reemplazante in extremis de la candidatura en lugar de Joe Biden en las filas demócratas, le llega a ganar por un pelito a Trump. ¿Se imaginan a los punteros digitales del gobierno posteando el meme de Krusty que dice "hice campaña por el otro candidato pero voté por usted"?