El 9 de julio se celebró el primer aniversario de la inauguración del Gasoducto Presidente Néstor Kirchner (GPNK), una obra monumental que se ha consolidado como la infraestructura de transporte de gas más significativa en Argentina en las últimas cuatro décadas. Este gasoducto, que se extiende por 573 kilómetros desde Tratayén en Neuquén hasta Salliqueló en Buenos Aires, ha marcado un antes y un después en la matriz energética del país.
La construcción del GPNK fue impulsada por la necesidad urgente de revertir el declive en la producción de gas natural convencional en Argentina. Ante la creciente demanda y el insuficiente suministro local, el país se veía obligado a importar gas natural de Bolivia y Gas Natural Licuado (GNL) a través del puerto de Escobar y, ocasionalmente, Bahía Blanca. El descubrimiento de la segunda mayor reserva de gas natural no convencional en el mundo, ubicada en Vaca Muerta, ofreció una solución viable. Sin embargo, el desarrollo de esta reserva requería de infraestructura adecuada, siendo el GPNK la pieza clave para lograrlo.
La inversión en el GPNK fue de 2,2 mil millones de dólares, generando 48,800 empleos directos e indirectos. Esta obra no solo representó un avance en términos de infraestructura, sino que también impulsó significativamente la economía local, proporcionando un estímulo crucial en tiempos de necesidad, según destacó un informe elaborado por los equipos técnicos del Frente Renovador.
El GPNK ha tenido un impacto notable en la reducción de los costos de generación de energía eléctrica, disminuyendo más de 10 USD por MWh. Esto ha sido posible gracias a la inyección de 10 millones de m³/día de gas, que permitió reemplazar combustibles líquidos más caros y contaminantes, como el gasoil y el fueloil. Esta reducción de costos ha beneficiado tanto a consumidores como al sistema eléctrico en general.
Antes de la construcción del GPNK, los subsidios a la energía representaban el 1,6% del PBI nacional, cubriendo la diferencia entre el costo real de la energía y lo que los usuarios pagaban. La incorporación del gas natural de Vaca Muerta, más barato que los combustibles líquidos y el gas importado, ha permitido una significativa disminución de estos subsidios, al reducir los costos de producción.
Desde agosto de 2023, Argentina ha mantenido un superávit en su balanza comercial energética. En los primeros cinco meses de 2024, este superávit alcanzó los 2.917 millones de dólares, gracias a un aumento en las exportaciones y una reducción en las importaciones de energía. Este cambio estructural ha marcado una transformación significativa en la economía del país.
La producción de gas natural no convencional ha compensado el declive de los pozos convencionales, alcanzando en mayo de este año el valor más alto de producción mensual desde 2009. Además, la combinación de una mayor generación hidroeléctrica y el uso del gas natural del GPNK ha reducido significativamente las emisiones de CO2 por unidad de energía generada, contribuyendo a una matriz energética más limpia.
Según destacaron en el informe, "el Gasoducto Presidente Néstor Kirchner ha demostrado ser una inversión estratégica y no un gasto público", ya que no solo ha mejorado la seguridad energética del país, sino que también ha creado oportunidades para el desarrollo humano, comercial e industrial.
El estudio destaca como "esencial" continuar avanzando en proyectos complementarios como la reversión del Gasoducto Norte, el Tramo II del GPNK y las plantas compresoras, para seguir aprovechando el potencial de Vaca Muerta.