No recuerdo la última vez que en esta tribu a la que todavía llamamos Argentina, haya habido un precio de equilibrio, de hecho, quizá nunca hayamos tenido una situación así.
En ésta, nuestra versión nacional 2024, el cepo y los pasivos del Central siguen atrapando a este país. La buena noticia es que todavía se pueden intentar varias cosas para no terminar perdiendo contra el nuevo Alberto peronista en 2027, pero más vale que se hagan rápido.
Mi principal preocupación radica en que ya se gastó muchísimo tiempo inicial. Ojalá sea solamente mi confusión personal, pero si no me equivoco, el peronismo va a inventar a su nuevo Alberto más temprano que tarde.
En economía, el único precio que importa es el de equilibrio y, en la política argentina, anticipar al peronismo es una condición suprema y no lo estoy viendo, de hecho, no lo pude ver nunca desde 1983.
Mi humilde sensación es que el Gobierno, en estos primeros seis meses, pecó por ser demasiado benévolo y elegante, pero se olvidó que esto es Peronia, aquí no aplica el manual de Hayek, sino el puro instinto de los neandertales.
Aunque no quieran hacerlo, tengo la sensación de que el mercado le está pidiendo a este Gobierno alguna clase de "motosierra adicional severa" y me pregunto si no vendría por un efecto directo al patrimonio de los bancos para licuar una porción de los pasivos del Central vía canje "no tan voluntario" de la deuda en pesos, perversa imaginación de especulador no más.
Pretender que este país pueda resolver todo este drama sin un formidable dolor épico es a esta altura utópico, y más sabiendo que del otro lado siempre espera la "nueva versión de Alberto".
Desde los anuncios del viernes 28 de junio con el traspase desde el Central hacia el libro del Tesoro, el mercado para la Argentina en todos sus frentes, ya sea tipo de cambio, bonos hard dólar o acciones, ha sido preocupantemente cruel.
No creo que esto todavía sea el fin de nada, por lo que no anticipo que tengamos un drama "estilo Argentina" en el futuro cercano, pero claramente el mercado está empezando a realizar preguntas más finas respecto a una economía que, a nivel de equilibrio general, sigue sin cerrar plenamente.
La razón de esto es muy sencilla: la oposición no permite cirugía, no hubo correcciones fuertes en ninguno de los stocks relevantes, en especial "los pasivos del banco Central" que ahora pasan al libro del Tesoro y hacen más recurrente una pregunta, ¿cómo podrá Argentina seguir llevando un superávit fiscal habiendo ahora heredado un stock de pesos que devengan un carry sustancial todos los días?
Estos primeros seis meses han sido de amor y romance desde Wall Street a un Gobierno que, a los oídos del mundo, suena maravilloso, pero que en la realidad cotidiana enfrenta una oposición que casi no le deja hacer nada y esa es la razón por la cual todavía seguimos casi tan gordos como en diciembre de 2023.
Si la oposición no te deja, quizá la "licuación inicial era la alternativa". Reconozco, que es muy fácil sugerirlo desde la comodidad de la oficina en donde escribo esta nota.
Olvídense de la Ley Bases, la única ley aplicable en nuestra tierra es la ley del embudo: mi sensación es que, si el Gobierno no va por embate licuatorio (y quizá ya sea tarde para ello), entonces esta administración será castigada finalmente, y me quiero equivocar.
No digo que sea sencillo, pero no la complicaría más, pretender salir de esto ilesos y sin costos políticos extremos es a esta altura una vulnerabilidad que, si no se corrige rápido, terminará despertando al peronismo nuevamente.
El concepto de rolear deuda me parece que ya va no sirviendo y el mercado lo está comenzando a remarcar. Del otro lado, viene el peronismo esperando pacientemente y sabiendo que dejaron plantadas mil bombas explosivas para una sociedad que no tiene memoria y suele culpar a todo presidente actual de las acciones ejecutadas por otros. La luna de miel nunca es eterna y mucho menos en Argentina. Ya van seis largos meses de calma con poca mejoría, y la paciencia no será eterna.
El cepo: otro "kilombo". Más temprano que tarde el Gobierno debiera liberar el cepo de una vez, porque el cepo trae más problemas que soluciones. Muchos economistas lo están sugiriendo al punto que aconsejan "escuchar al Fondo Monetario" y salir del cepo con su apoyo lo más rápido posible.
Las recientes negatividades del mercado son la forma en la que te pide que hagas otras cosas, estos últimos días rojos describen a un mercado que le dice al Gobierno que lo escuche. No es tarde todavía, pero sería un terrible traspié desoír al mercado y cometer los mismos errores de 2018 cuando, por entonces, se reclamaba equilibrio fiscal, que en esos tiempos se podría haber conseguido con reducción extrema de obra pública.
Nada de esto es por el momento una tragedia ni mucho menos, pero resulta evidente que el mercado ya no quiere seguir raleando en base a expectativas y empieza a exigir que el equilibrio general comience a cerrar.
Toda la carga está del lado del Gobierno, me cuesta imaginar que esto cierre sin una fuerte licuación épica y, cuanto más tarden en hacerlo, mayor será el costo que la sociedad le atribuya a este Gobierno y no al peronismo. El problema es que el tiempo pasa, la gente se cansa y ya sabemos lo que podría ocurrir. Es clave la anticipación, tapar el sol con la mano no sirve.