La 'Champions League' de las artes marciales mixtas, esto es, la Ultimate Fighting Championship (UFC), se ha convertido en un negocio muy lucrativo para aquellos deportistas que logran destacar del resto. No es ningún secreto que luchadores como Conor McGregor han logrado hacerse con un botín millonario y vivir las vidas que un día soñaron, rodeadas de yates, mansiones y vehículos de lujo . Pero hay otros que, pese a tener la oportunidad de seguir amasando una fortuna, prefirieron echarse a un lado, priorizando otras facetas en su vida. El mayor ejemplo de este contexto es Khabib Nurmagomedov, el luchador ruso que conquistara el cinturón de peso ligero de la UFC y lo defendiera en tres ocasiones frente a Conor McGregor, Dustin Poirier y Justin Gaethje. Para El Águila, como se le apodaba, todo se torció cuando su padre y mentor, Abdulmanap Nurmagomedov, falleció por las consecuencias del Covid-19 durante la pandemia. Fue entonces cuando decidió, pese a estar invicto y tener mucho legado por construir y mucho dinero por ganar, que su carrera había llegado a su fin, que no tenía sentido continuar sin su progenitor presente. Y le prometió a su madre que la pelea contra Gaethje sería la última. Así fue. Desde que aquello sucediera, la UFC, personificada en su presidente, Dana White, le tentó en varias ocasiones para que regresara a hacer algún último baile. Pero ni todo el dinero del mundo fue suficiente para romper esa promesa. No volvería por ningún precio. De hecho, el mandamás de la UFC llegó a ofrecerle 100 millones de dólares para que volviera a la jaula, pero la decisión era firme. Y sus valores también. «De donde soy, Daguestán, no necesitamos mucho. Dana me estaba preguntando 'hermano, ¿por qué nunca me preguntaste cuánto te iba a pagar para que volvieras?' No importa si quieres 100 millones de dólares, no me importa, ¿sabes por qué? Porque soy de Daguestán y somos tradicionales», relató Khabib en una ocasión. «En Rusia, la gente es feliz con pequeñas cosas, la gente no gana 5.000 o 10.000 dólares al mes» , aseguró. Y es que el campeón ruso, quien ya había amasado el suficiente dinero, siempre quiso dejar huella de otra manera, como él mismo trasladó. «Hablar con nuestras madres es todo para nosotros, no quiero jugar juegos políticos, solo quiero ayudar a la gente, inspirar a la gente, pasar tiempo con mi familia, con mi madre, con mis hijos y simplemente ser una buena persona. Ese es mi objetivo», sentenció Khabib.