A dos pasos de un título. Hasta esa frontera ha llegado el Real Betis Baloncesto tras eliminar al Alimerka Oviedo en San Pablo con una nueva victoria, la tercera en tres partidos con los asturianos esta temporada, y sellar de este modo el billete para la Final Four de este torneo de nuevo cuño, sustituto de la Copa Princesa, que en sede aún por determinar se disputará los días 24 y 25 de enero . Pedro Fernández, presidente del club verdiblanco, quería que se celebrara en San Pablo, pero salvo sorpresa no lo será porque el pabellón está ocupado esos días con la feria del corredor de la Media Maratón de Sevilla que se disputa el 26 de enero. El Betis se medirá en semifinales al Monbús Obradoiro , que venció al Real Valladolid (65-61), remontando los gallegos los dos puntos en contra del choque de ida. El San Pablo Burgos, que empató con el Movistar Estudiantes (91-91), también está ya clasificado y a esta hora falta por definirse el cruce entre el Cartagena y el Castelló. En San Pablo, la noche empezó con susto. Tuvo que corregirse el conjunto verdiblanco sobre la marcha tras un decepcionante inicio. El de un equipo frío, sin chispa, piernas, ni concentración y en algunas acciones hasta con varios puntitos de desidia. Un Betis desdibujado y enfocado única y exclusivamente en el triple, irreconocible por sus bajísimas prestaciones, al que el Oviedo sacó de la pista sin hacer nada del otro mundo. Le bastó con estar ordenado y jugar en equipo para abrir una seria brecha de 16 puntos (7-23) . El Betis apenas sumó nueve puntos tras acertar tres de sus 18 tiros a canasta. Lo que viene siendo una escopeta de feria. Un primer cuarto, en resumen, que rozó el esperpento y obligó al Betis Baloncesto a un sobreesfuerzo de lo más inoportuno. Imprevisto. Como si voluntariamente hubiera querido darle aún más interés, suspense y dificultad a una eliminatoria que ya se complicó, por llegar entonces sin fuelle, en los minutos finales del encuentro en Pumarín. Lobaco , de tres, ponía los quince de diferencia (11-26) y el Alimerka Oviedo, claro, de tantas facilidades recibidas por su rival, ya se lo comenzaba a creer. De pronto, el partido devino en un correcalles y, en pleno desconcierto, Domenech agarró un rebote de ataque que convirtió en un dos más uno (18-26). Un punto de inflexión. El Betis trataba de apretarse las clavijas en defensa y salir rápido en transición, acortando los ataques. Muy, digamos, a contra estilo. Su zona defensiva distorsionó al Oviedo, que apretó sin parar el botón del triple y se olvidó de atacar de otra manera. Fueron tiros forzados, sin demasiado criterio, algunos bien lanzados, que se toparon con el metal. Sin Renfroe en la pista, el Betis había taponado la sangría colapsando el ataque rival. Domenech, desde la línea de personal, culminaba un 12-0 (13-26) en plena sequía carbayon a. Que era tan alargada como la del Betis Baloncesto desde el triple. Tras un fallo de Atencia, su serial era 1/14. Afortunadamente para el Betis, sus visitas al 4,60 fueron continuas y Nweke, el mejor pívot de los visitantes, se cargó con tres faltas. El partido había girado radicalmente y otro gañafón a la contra, de pase y canasta, volteó el marcador (27-26), rubricando un 18-3 en seis minutos y med io del segundo parcial. Renfroe, desde la esquina, elevaba a cinco la renta bética (35-30). A esas alturas, los verdiblancos habían ejecutado tantos tiros de tres como de dos (15). Domenech era su mejor jugador, y con mucha diferencia sobre el resto , con diez puntos, tres rebotes, cinco faltas recibidas y 16 créditos de valoración. Al intermedio, 37-33; es decir, ocho de renta para el Betis. El pase a la Final Four estaba de nuevo encarrilado. El Real Valladolid, que entonces ganaba de ocho en Santiago de Compostela (23-31), apuntaba entonces a ser su rival en las semifinales. De vuelta del receso, un dos más uno de Renfroe (41-35) indignó a Javi Rodríguez, el técnico visitante, que se llevó la técnica. La diferencia en tiros libres era ya abismal: 19 llevaba lanzados por el Betis (30 al final del choque) frente a los seis del Oviedo. Ahí radicaba en realidad el motivo de su enfado, en el reparto de faltas. Que no paraban de sucederse en un partido que no era bronco pero sí atropellado , sin mucha magia, y había perdido ya todo el ritmo de anotación. Puntos a cuentagotas. A Benite no le entraba un solo tiro en un Betis que había mutado respecto al primer tiempo. Ahora jugaba más largo, con el reloj y activando los sistemas. No demarraba, pero tampoco el Alimerka Oviedo, cada vez más errático, lo asustaba. Doménech, posteando y a la media vuelta, ampliaba a nueve y la primera amenaza de rotura llevó su firma con un triple: 51-40 . Rápidamente la abortó el Oviedo con un 0-6 (51-46), mas el Betis volvió a ponerse en zona y su rival, a estrellarse contra ella. Los números no engañaban: los visitantes, autores de 23 puntos en el primer cuarto, sumaron 25 en total en los dos siguientes (56-48). Lejos de arrojar la toalla, pues eran doce puntos los que enjugar, el Oviedo siguió trabajando y creyendo, luchando contra sí mismo , hasta que un miniparcial de 0-5 los anudó de nuevo a la velada (56-53). Y además, se puso en una zona que reventó Hughes con un triple replicado ipso facto por Menuge (59-56). El Betis iba ya más justo. Al menos en ataque, donde perdió finura, acierto. Hutchinson apretaba desde el perímetro (59-58) y Hughes aceptaba el desafío (62-58). A este jugador se le caen los puntos cuando más caliente está el partido. Jelinek picaba por dentro y daba la impresión de que la noche sería lo que quisiera el Betis. Dos acciones de Renfroe de mucha calidad casi cerraban la eliminatoria (69-60). Con 71-66, el liderazgo, la jerarquía y el talento inacabable del base estadounidense, que está dando tantos recitales como partidos jugados en las últimas semanas, definió el duelo con sendos dos más uno que visaron el pasaje bético a la Final Four.
