Una conjura de aires fríos y giros ciclónicos despierta una dana que en un santiamén arrasa pueblos construidos durante décadas, y un deslizamiento de las placas tectónicas convierte el genio arquitectónico de una ciudad en escombro y basura. La vida humana está muy expuesta al caos y a la desgracia, lo comprobamos a diario, y por eso Chesterton valoraba tanto el orden. Quien tenga un vecino que cree estar tocando el piano mientras lo azota como un sadomasoquista, también lo entiende: errar es lo obvio, destruir es un instinto primario y vulgar. Lo milagroso es acercarse al orden, crearlo, dar sentido allí donde antes había oscuridad. Estamos expuestos a muchos malestares y a demasiados padecimientos sociales. La vida en común,...
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