La interrupción del suministro de gas ruso a Europa a través de Ucrania , oficializada este miércoles tras la expiración de los contratos vigentes por falta de acuerdo, ha encendido las alarmas en el este de Europa y ha tensionado el mercado energético del continente. Moldavia ha declarado el estado de emergencia, mientras que Eslovaquia, uno de los países más afectados, ha advertido que podría tomar medidas contra Kiev. Desde la caída de la Unión Soviética en 1991, los gasoductos que cruzan Ucrania han sido una arteria energética de importancia para Europa. Un acuerdo de cinco años firmado en 2019 garantizó el tránsito de gas ruso por territorio ucraniano incluso después de la invasión rusa en febrero de 2022 . Sin embargo, Ucrania decidió no renovar el contrato, marcando un cambio radical en las relaciones energéticas entre ambos países, marcadas por el contexto de guerra. El ministro ucraniano de Energía, Guerman Galushchenko , calificó el cese del tránsito de «evento histórico», subrayando que esta medida representa un golpe financiero para Rusia y una oportunidad para Ucrania de reafirmar su independencia energética. No obstante, la medida también plantea desafíos inmediatos para varios países europeos. A pesar de los esfuerzos de la Unión Europea para reducir su dependencia del gas ruso tras la invasión de Ucrania, algunos países del este del continente aún dependen significativamente de estos suministros. Antes del corte, casi un tercio del gas ruso destinado a Europa pasaba por Ucrania. Aunque el bloque ha diversificado sus fuentes, reforzado su infraestructura energética y recurrido al gas natural licuado (GNL), algunos países como Moldavia y Eslovaquia enfrentan dificultades únicas. En Moldavia , el impacto es particularmente severo. Además de lidiar con tensiones políticas internas relacionadas con la región separatista de Transnistria, respaldada por Rusia, el país ha declarado un estado de emergencia de 60 días para afrontar la crisis. El corte también ha generado tensiones diplomáticas dentro de la Unión Europea. Eslovaquia ha criticado abiertamente la decisión de Ucrania y ha iniciado conversaciones con Moscú. El primer ministro eslovaco, Robert Fico , de reconocida tendencia pro-Kremlin, incluso ha amenazado con cortar el suministro eléctrico a Ucrania, una represalia que podría complicar aún más la ya frágil relación entre ambos países. Por otro lado, Hungría, que recibe la mayor parte de su gas ruso a través de rutas alternativas como el Mar Negro, no se verá afectada por esta interrupción . Sin embargo, su postura cercana a Moscú subraya las divisiones internas dentro de la UE sobre cómo manejar la dependencia energética y las relaciones con Rusia. Desde la invasión rusa de 2022, la Unión Europea ha trabajado intensamente para reducir su vulnerabilidad energética. Según la Comisión Europea, los suministros de gas que cruzan Ucrania representan solo el 5% del total de los 10.000 millones de metros cúbicos que recibe el bloque. Esto se debe en gran parte a la diversificación de proveedores y al fortalecimiento de las infraestructuras de almacenamiento y transporte de gas. La Unión Europea dice estar «preparada» para el corte del gas suministrado vía Ucrania, que corresponde a solo 5% de los 10.000 millones de metros cúbicos que importa el bloque. La UE ha fortalecido su infraestructura de gas en los últimos años y brindado «suministros alternativos» a los países afectados, por lo que el corte no representa una amenaza grave. Sin embargo, el desafío persiste en países más pequeños y dependientes como Eslovaquia y Moldavia. Mientras que algunos gobiernos consideran el corte como una oportunidad para acelerar la transición energética, otros lo ven como una amenaza inmediata para su estabilidad económica y política. Tras el estallido de la guerra en Ucrania en 2022, la Unión Europea redobló sus esfuerzos para reducir su dependencia del aparato energético ruso buscando fuentes alternativas y contratos con otros países como Qatar y Estados Unidos que han ayudado al bloque comunitario a mantener los precios estables a pesar de la desconexión con Rusia. A pesar de la detención de los flujos, no se prevén impactos sustanciales en el mercado energético europeo por la desconexión con Rusia. El mercado del gas mantiene unas cotizaciones estables en el entorno de los 48,50 euros por megavatio hora . No obstante, a pesar de los avances de la UE en el reemplazo del suministro ruso a través de Ucrania, el continente ha sentido el impacto en forma de mayores costes energéticos que han afectado a la competitividad de la industria comunitaria, en especial, la alemana frente a Estados Unidos y China. Además, Ucrania también sentirá los efectos de esta desconexión energética ya que se enfrenta a la pérdida de unos 800 millones de dólares al año en tarifas de tránsito desde Rusia, mientras que Gazprom perderá cerca de 5.000 millones de dólares en ventas de gas. Según datos de Europa press, el 45,5% del gas que se importó en España en 2021 se hizo a través de gasoducto, y el 54,5% restante como Gas Natural Licuado (GNL). A lo largo del primer trimestre de 2022 esta segunda forma de combustible ha vuelto a superar al que llega por gasoducto. Los puntos de entrada donde más entra el gas están conectados con el norte de África, en concreto con Argelia desde Almería (Medgaz).Argelia es el principal país proveedor del gas natural que llega a España vía gasoducto, buena parte del cual era transportado hasta finales de 2021 a través del gasoducto Magreb-Europa. Sin embargo, en 2022, un 10.43% del gas procedió de Rusia, una cantidad que se incrementó en este 2024 hasta alcanzar el 22%, aunque no se prevé que el corte de Gazprom suponga un gran impacto para nuestro país, a juzgar por las declaraciones tranquilizadoras de la Comisión Europea, que ya era consciente del escenario que se presentaba en 2025. El cese del tránsito de gas ruso por Ucrania marca el final de un acuerdo histórico y pone de relieve la compleja interdependencia energética entre Europa y Rusia. Aunque el continente ha avanzado en su objetivo de reducir la influencia energética de Moscú, la situación actual subraya que el camino hacia la independencia energética aún está lleno de obstáculos , especialmente para las naciones más vulnerables de Europa del Este.
