Si el presidente del Gobierno creía que Antonio Machado había nacido en Soria no resulta extraño que su ministro de Cultura diga que Miguel Hernández fue asesinado. Tantos asesores para esto, ya podía haberle preguntado a Luis García Montero. Es obvio que Miguel fue una víctima del franquismo –y de un miserable que lo denunció a la Policía portuguesa cuando intentó venderle el reloj que le había regalado Vicente Aleixandre– pero también que murió de tuberculosis en la cárcel después de una secuencia infausta de traslados penitenciarios, malos tratos y malditas casualidades. Tras las gestiones de Neruda y Teresa León para liberarlo, ciertos intelectuales falangistas –entre ellos Ridruejo y Sánchez Mazas– intercedieron por él hasta lograr la conmutación de la...
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