Ya hemos comentado aquí muchas veces que, aún a riesgo de quedarse bizco, el BCE vigila con un ojo la evolución de la inflación, que es su principal preocupación y, con el otro, observa el crecimiento de la economía europea. Ahora tiene bastante controlados los precios, aunque aún fuera del objetivo marcado del 2%. Por su parte, el crecimiento se encuentra lejos de sus mejores momentos y coquetea con la recesión en los principales países de la unión, como son Alemania y Francia, ambas economías lastradas por una interminable serie de problemas internos y aquejadas de una inestabilidad política de solución compleja con gobiernos inestables y débiles. Así que se ha dado un paso más en el 'ajuste fino' y...
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