El alcalde de Sevilla ha vuelto a hablar acerca de las polémicas medidas restrictivas decretadas para los bares y restaurantes durante la Magna del pasado domingo. Preguntado por las molestias de los hosteleros por la afluencia de público menor de la esperada, José Luis Sanz, que pidió perdón al sector, se ha reafirmado en sus palabras del lunes, diciendo que «las decisiones se toman en base a las previsiones que hay en ese momento». Unas previsiones que estimaban una afluencia de en torno a un millón de personas, con una situación equivalente a «tres Domingos de Ramos», como apuntó en más de una ocasión el delegado de Fiestas Mayores, Manuel Alés. Todo ello provocó que el Ayuntamiento suspendiese los veladores en las áreas calificadas como «de alta concentración», lo que afectaba a numerosos establecimientos del Centro de Sevilla, muchos de los cuales vieron además cortados los accesos del público. Todo esto hizo que muchos decidieran echar el cierre . Sanz ha justificado las medidas en las previsiones que se barajaban antes de la procesión de clausura del II Congreso Internacional de Hermandades y Piedad Popular: «Yo fui el que tomó la decisión con las previsiones que había encima de la mesa. Después se vio que no se cumplieron . La decisión habría sido otra, pero las decisiones se toman en base a una serie de previsiones». También ha afirmado con contundencia que «no me arrepiento en absoluto de esa decisión». El millón de personas esperado por las autoridades se quedó finalmente en unas 700.000 personas . Unas cifras que «procedían de la Policía Nacional, y también de la Policía Local, no hay que echarle la culpa a nadie» y fueron las que siempre se barajaron en el Cecop: «Estamos hablando de un acto que no tenía precedentes en la ciudad de Sevilla, no de organizar un Domingo de Ramos. Es un acontecimiento que no había ocurrido nunca en la ciudad. Era una fecha complicada, en un puente complicado, que es cuando la ciudad recibe más visitantes». Dada la singularidad del acontecimiento y la falta de experiencias previas, «nadie tenía datos fiables sobre lo que podía ocurrir», ha asegurado el alcalde.