Ana Crespo (Santa Cruz de Tenerife, 1948), hija de familia numerosa y extensa, sintió desde siempre un gran respeto por la ciencia. «Había sobre todo médicos y algún historiador. Y muchas mujeres profesionales», rememora la propia Crespo desde su despacho de la Real Academia de Ciencias de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de España (RAC), con la imagen de Santiago Ramón y Cajal a sus espaldas. Apasionada de su trabajo, reniega de que la ciencia la escogiera, porque dice que es una frase «terriblemente petulante»; si bien reconoce que sí notó su «tirón» desde que comenzara a estudiar Biología. Y cada vez fue a más, sobre todo cuando se especializó en líquenes, organismos capaces de colonizar casi todos los ecosistemas...
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