Íñigo Errejón Galván (Madrid, 1983) irrumpió en la política española hace una década con términos enrevesados, de los que epataban con facilidad al bisoño alumno universitario que le tuvo de profesor asociado en el Campus de la Complutense en Somosaguas, o más tarde al espectador que le escuchaba en tertulias televisivas, y se ha ido este jueves con idénticas herramientas retóricas. Aunque con una realidad muy distinta, la que media entre las promesas de regeneración de sus inicios a las sombras sobre su conducta privada que ya han empezado a airearse y sobre las que habría tratado de establecer un cierto control de daños en su comunicado de despedida. Del « núcleo irradiador» y la «hipótesis populista» con la que...
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