Pasaba el otro día por la Casa de México en Madrid y me sorprendió la larguísima cola que se concentraba a sus puertas para entrar a ver el altar de muertos. Recordé que se acerca el Día de Todos los Santos. Como conozco la tradición mexicana, visualicé que lo que allí habían montado era una escenografía de exuberantes colores en torno a la cual danza una corte de hilarantes Catrinas . De primeras, el concepto altar de muertos me parece raro –nada tiene que ver con la cultura occidental–, y hermoso, porque transmuta el dolor de la pérdida en algo festivo. El difunto no es alguien que se ha ido para siempre, sino que reaparece para celebrar, recordar, con los...
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