Cinco personas han muerto este miércoles y 22 resultaron heridas después de un atentado en Kahramankazan, ciudad situada a 17 kilómetros de Ankara, contra la sede de Industrias Aeroespaciales de Turquía (TAI, por sus siglas en inglés), como confirmó el presidente del país, Recep Tayyip Erdogan, y el ministro del Interior, Ali Yerlikaya . Según las informaciones disponibles al cierre de esta edición, al menos dos personas abrieron fuego contra las instalaciones , aunque ambas fueron abatidas poco después de comenzar el ataque, durante el que se produjo una explosión y se disparó contra los transeúntes que se congregaban en el exterior del edificio. Las fotografías publicadas por medios como la BBC retrataban a uno de los asaltantes en el momento en el que atravesaba la puerta de entrada, armado con un rifle, con una gran mochila y vestido con ropa oscura. Además, a última hora de este miércoles, Turquía ha bombardeado 32 objetivos del Partido de los Trabajadores de Kurdistán en Irak y en Siria, según informa AFP. Tras el ataque en Ankara, los familiares de algunos trabajadores se reunieron en los alrededores, esperando recibir noticias sobre sus seres queridos. Según los datos publicados este miércoles por Ep, las instalaciones que se convirtieron en diana del atentado se utilizan para fabricar piezas destinadas a construir aviones, drones, helicópteros y satélites . La empresa golpeada está considerada como uno de los baluartes de la industria aeroespacial turca, y participa, además, en varios proyectos a nivel internacional, como la fabricación de componentes destinados al montaje del famoso Airbus A380, usado por British Airways y otras compañías de aviación civil, y al avión de carga militar A400M. Al cierre de esta edición, tampoco estaba clara la motivación de los atacantes, aunque Turquía, en el pasado y durante los últimos años, ha sido golpeada por acciones terroristas de origen muy diverso: tanto por la extrema izquierda, como por grupos armados kurdos o por miembros del Estado Islámico, es decir, por fanáticos islamistas. No obstante, ningún grupo había reivindicado este miércoles estar detrás de los hechos ni tampoco había expresado su motivación para llevar a cabo los mismos. En cualquier caso, lo cierto es que este miércoles reinaba la confusión. Como recogía Reuters, varias hipótesis quedaban abiertas a partir de los datos ofrecidos por los medios turcos de comunicación: por un lado, algunos sostenían que se había producido un secuestro y que había rehenes que se encontraban en el interior de las instalaciones; otros, por su parte, señalaban que uno de los terroristas se había hecho explotar; por último, las imágenes publicadas por el diario 'Haberturk' parecían sugerir que al menos uno de los terroristas era una mujer, extremo que finalmente confirmó el ministro turco del Interior. Horas después del ataque, el ministro del Interior turco, Ali Yerlikaya, afirmó que los responsables del ataque pertenecían al Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK), que ha librado una insurgencia de décadas contra el Gobierno. «El proceso de identificación y la búsqueda de huellas dactilares continúan y diremos qué organización terrorista estuvo detrás del atentado. La forma en que se llevó a cabo esta acción está muy probablemente vinculada al PKK», declaró Yerlikaya, que elevó a cinco el número de muertos y a 22 el de heridos. Por si fuera poco, el enredo se complicó porque el organismo turco que se encarga de controlar a los medios de comunicación ordenó que se cortaran las retransmisiones en directo, lo que se tradujo en un apagón informativo que hizo que los datos fiables sobre los hechos escasearan este miércoles. Como cabía esperar, las reacciones al atentado no se hicieron esperar. El secretario general de la OTAN, Mark Rutte, expresó el respaldo de la Alianza a través de unas palabras: « Hablé con el presidente Erdogan sobre el atentado terrorista en Ankara. Mi mensaje fue claro: la OTAN está con Turquía », dijo, mediante un mensaje publicado en X. Del mismo modo, un portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores de Alemania, que calificó el ataque contra la instalación industrial de «profundamente impactante», denunció el «horrible atentado terrorista» y dejó claro que Berlín condena «toda forma de terrorismo en los términos más firmes». Por otro lado, desde Kazán, donde estaba invitado a la cumbre de los Brics organizada por Rusia, el presidente Erdogan denunció los hechos, señaló al «odio» como causa del atentado y lamentó la pérdida de «cuatro mártires», que después ascendieron a cinco, y «catorce heridos», que subieron a 22. En la misma jornada, el presidente ruso, Vladímir Putin, que ha intentado convertir la cumbre de los Brics en un baño de masas que demuestre que no está aislado internacionalmente, trasladó sus condolencias a Erdogan, con el que mantuvo un encuentro bilateral. «Estamos muy satisfechos de darle la bienvenida a Kazán -remarcó-, pero, antes de que comencemos nuestro trabajo, me gustaría expresarle mis condolencias por el atentado terrorista », dijo. Tras unos años de relativa calma, el fantasma del terrorismo volvió este miércoles a golpear con fuerza a Turquía. En febrero de 2016, por ejemplo, un total de 28 personas murieron y 61 resultaron heridas tras la explosión de un convoy militar en Ankara. Un mes después, 37 personas perdieron la vida en un ataque suicida en la ciudad.