El gobierno de Salvador Illa ha propiciado que la política catalana se mueva entre lo retórico –el arte de manipular y persuadir- y lo improbable. El reciente debate de política general así lo indica. De la independencia sí versus independencia no, que nos agobió durante el «proceso», al llamado eje social o político que enfrenta la derecha a la izquierda. Un eje que también nos fatigará con los ya conocidos asuntos de la gestión, el buen gobierno, la vivienda, la fiscalidad, la financiación singular o no, la ampliación del aeropuerto y –no puede faltar en la lista- el uso de la lengua catalana. Una política que ciertamente promete mucho –la política de las cosas-, pero que muy probablemente acabará siendo...
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