LA lluvia siempre es un golpe de Estado; una toma, una conquista. La lluvia no negocia, impone, dicta, ordena, manda, ocupa. Baja la lluvia y nada se resiste a su avasallamiento. Ante su llegada, todo es callada obediencia. No hay sol que le pueda, ni cielo que se le resista; la infantería de los vientos abre brecha en las murallas de la luz, y cuando éstas ceden llegan los primeros arqueros y van pasando a flecha cuanto encuentran a su paso. La lluvia expropia todo lo que toca. Porque la lluvia, siempre que viene, viene a lo suyo, a sus terrenos, a sus propiedades. Cuando la vemos correr, no es la primera vez que corre por una ladera, un camino,...
Ver Más