El Ejército de Israel no tiene líneas rojas en Gaza, donde desde comienzo de mes prohíbe la entrada de alimentos a una zona norte en la que tiene cercado el campo de refugiados de Jabalia, ni en Líbano , donde ya ha herido a cinco miembros de UNIFIL, misión a la que Benjamín Netanyahu ha pedido la evacuación. Dos frentes abiertos con la respuesta a Irán en el horizonte, para la que contará con el apoyo firme de Estados Unidos, que desplegará un sistema anti misiles de última generación en Israel , que será controlado por sus propios soldados. Después de 48 horas de ataques directos y de condenas por parte de países como España, Francia o Italia, con soldados en UNIFIL, Netanyahu se dirigió al secretario general de la ONU, Antonio Guterres , para decirle que debe «sacar las tropas de la zona de combate inmediatamente». En opinión del primer ministro, «su negativa a evacuar a los soldados los convierte en rehenes de Hizbolá. Esto pone en peligro tanto a ellos como a las vidas de nuestros soldados. Lamentamos los heridos que han sufrido y estamos haciendo todo lo que está a nuestro alcance para evitarlos, pero la forma sencilla y obvia de garantizar esto es simplemente sacarlos de la zona de peligro». Puro teatro por parte del dirigente israelí, que sabe perfectamente que la decisión no es de Guterres, sino del Consejo de Seguridad. A poco de conocerse las palabras de Netanyahu, UNIFIL denunció a través de un comunicado que dos tanques israelíes irrumpieron a las 4.30 de la mañana en una de sus bases, «destruyeron» su puerta principal y «entraron por la fuerza en la posición» mientras los cascos azules dormían. «Los tanques partieron unos 45 minutos después de que UNIFIL protestara a través de nuestro mecanismo de enlace, diciendo que la presencia militar israelí estaba poniendo en peligro a las fuerzas de paz», señala el texto. Poco después de su retirada, se produjo un ataque a unos 100 metros con armas con algún agente químico. «A pesar de ponerse máscaras protectoras, 15 cascos azules sufrieron efectos como irritación de la piel y reacciones gastrointestinales después de que el humo entrara en la base. Las fuerzas de paz están recibiendo tratamiento», informaron desde el organismo internacional, que recordó a Israel que «es obligatorio asegurar la seguridad del personal de la ONU y de sus bases». Las condenas por parte de España, Francia, Irlanda o Italia no tuvieron efecto alguno sobre el terreno. La primera ministra italiana, Giorgia Meloni, llamó a Netanyahu para decirle que lo sucedido es «inaceptable» y le pidió la total implementación de la resolución 1701. Los israelíes acusan al organismo internacional, que cuenta con 10.000 cascos azules, de no haber hecho nada en los últimos 20 años por su implementación y que por eso Hizbolá es tan fuerte en la frontera. El ministro de Defensa, Yoav Gallant, visitó a las tropas en la frontera y adelantó que «la primera línea de aldeas en el sur del Líbano es un objetivo militar, estos lugares serán destruidos e incluso después de que abandonemos el área, no permitiremos que Hizbolá regrese (…) Son objetivos militares que contienen túneles subterráneos y depósitos de armas». Cuatro divisiones israelíes operan en suelo libanés y mantuvieron duros choques con la milicia chií. Al menos veinte soldados resultaron heridos en uno de los combates, dos de ellos de gravedad. Por la tarde, un ataque con drones de Hizbolá dejó también varios heridos en Binyamina, al sur de Haifa. Con el frente libanés a plena actividad, Israel ultima los detalles para la respuesta a Irán por el lanzamiento de los 181 misiles balísticos. El Estado judío precisa de la ayuda de Estados Unidos para una operación de este tipo y el Pentágono anunció «el envío de una batería de Defensa Terminal Área de Gran Altitud (THAA, por sus siglas en inglés) y el despliegue de personal militar estadounidense para reforzar las defensas aéreas de Israel tras los ataques sin precedentes de Irán». Esta petición israelí confirma que en el último ataque iraní los misiles enemigos impactaron en más objetivos de los esperados. Desde la república islámica la reacción fue inmediata y el ministro de Asuntos Exteriores, Abbas Araghchi, advirtió que a Washington que está «poniendo en riesgo la vida de sus tropas» al desplegarlas en Israel para operar el sistema antimisiles. «Si bien hemos hecho enormes esfuerzos en los últimos días para contener una guerra total en nuestra región, digo claramente que no tenemos líneas rojas en la defensa de nuestro pueblo y nuestros intereses», escribió el ministro en su perfil de X. Araghchi ha estado en la última semana en Beirut, Damasco, Riad, Doha y Bagdad, una gira para obtener el apoyo de la región ante la respuesta de Israel o, al menos, para lograr que nadie colabore con ellos.