Este año, las malas noticias para la Familia Real británica no han cesado: desde el diagnóstico de cáncer de Carlos III de Inglaterra y Kate Middleton a las tensiones familiares que hay entre sus miembros. Sin embargo, hace unos días, el Palacio de Buckingham anunció que Beatriz de York está esperando su segundo hijo en común con su marido, Edoardo Mapelli Mozzi . Una noticia que ha llenado de felicidad a la Casa Real. Así, Sarah Ferguson y el Príncipe Andrés volverán a ser abuelos en unos meses, será su cuarto nieto. «Es uno de los momentos más preciosos, alegres y emocionantes porque estás muy orgullosa de tus propios hijos y de que han hecho un gran trabajo. Pero luego vuelven a ser pequeños traviesos, puedes volver a jugar», ha apuntado Ferguson en el programa 'This Morning'. Y es que, los distintos obstáculos con los que se ha topado a lo largo de su vida se le olvidan cuando ve la cara de sus nietos: «Me encanta volver a hacer casas de Barbie. Había olvidado -cómo hacerlo-». También «tengo que jugar a los trenes. Los niños son diferentes y tengo que saber jugar con el tren y no hacerlo mal, y tengo que hacerlo bien, así que ser abuela es realmente lo más extraordinario». Pero esta entrevista no es la única que Sarah Ferguson ha dado en las últimas semanas. Con motivo de la concienciación del cáncer de mama ha expresado en conversación con 'The Sun' sus miedos ante los diagnósticos de cáncer que ha tenido en los últimos años: «Cuando te dicen que tienes cáncer, inmediatamente imaginas que es una sentencia de muerte. Tu mente imagina lo peor y no sabes cómo decírselo a tus seres queridos». Los médicos diagnosticaron este cáncer a exesposa del Príncipe Andrés durante una mamografía rutinaria. «Esta prueba y el tratamiento que siguió me salvaron la vida. Soy la prueba viviente de que es importante no evitar nunca una cita para una mamografía y prestar siempre mucha atención a los síntomas», ha añadido. También ha hablado de cómo le diagnosticaron la «forma más agresiva» de cáncer de piel: «Estoy segura de que se debe a mi exposición al sol, aunque tengo la piel muy blanca, cuando era niña en los años 70 y cuando nadie conocía la importancia del protector solar». «Un cáncer ya es muy duro, pero dos seguidos es mucho que afrontar», explica.
