Tengo una nevera en mi habitación. Es tan grande como la refrigeradora que tenemos abajo, en la cocina. Duermo al lado de una heladera porque guardo en ella ciertas cosas esenciales para pasar la noche sin sobresaltos. En la refrigeradora de mi dormitorio hay helados, frutas, gelatinas y bebidas. Cuando digo helados, quiero decir pequeños helados en cono o barquillo coronados por una bola de vainilla recubierta de chocolate. Son convenientes porque, al ser pequeños, se disfrutan en pocos bocados. Cuando digo frutas, quiero decir plátanos, uvas verdes y fresas. Cuando digo gelatinas, quiero decir gelatinas rojas, de fresa, en porción individual, vaso de plástico, como para enfermos de un hospital. Cuando digo bebidas, no quiero decir bebidas alcohólicas, pues...
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