A veces se nos presenta el Domund como algo periférico a nuestra vida cristiana, casi ajeno a nuestro día a día, un compromiso que una vez al año debemos atender con discutible entusiasmo. Pero nada más alejado de la realidad, el Domund no es una fecha sino una actitud del corazón que vivifica toda la Iglesia y toda nuestra vida de fe. Recuerdo, hace no sé ya cuánto, una conversación con don Antonio Montero, entonces Obispo Auxiliar de Sevilla, en presencia del Cardenal Bueno Monreal. Eran momentos duros para la Iglesia, con secularizaciones y desconcierto. Muchos sacerdotes veían resquebrajarse su fe ante un mundo que venía, difícil de interpretar y al que, a veces, no sabíamos cómo evangelizar. En esta...
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