A medio camino entre el profesional del timo de baja intensidad y el veterano del escaqueo reptiliano, encontramos a los militantes del absentismo laboral que le añaden formidable morro al asunto para conseguir bajas que les trasladan hacia la dulce pachorra del ocio remunerado. Deme un baja, por caridad. Deme una baja que me duele aquí, justo aquí. Deme una baja, doctor, que tengo tos, flato, malestar general. Deme una baja que los mareos me sumen en la melancolía que me arrastrará hacia la tristeza que me conducirá hacia la depresión. Las bajas laborales alcanzan máximos y no duda uno que muchos padecen problemas de salud que les obligan al reposo y la terapia, pero sin duda otros, aprovechados habituales,...
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