«¿Qué hacen los misiles alemanes volando contra tropas rusas? Nos están metiendo en una guerra que no es la nuestra y tarde o temprano lo pagaremos«. »Son los de arriba los que quieren esta guerra, a la que irán nuestros hijos, no los suyos«. «Este gobierno es un peligro, está colocando a Alemania del lado equivocado de la historia». Con frases como estas, justificaban este jueves su presencia algunos de los 42.000 manifestantes que según los organizadores tomaron el centro de Berlín bajo la consigna «Nunca más guerra«. La fecha de la manifestación, la festividad nacional del 3 de octubre, el día de la Unidad alemana, era tan simbólico como el escenario elegido, la Siegessäule, levantada a finales del XIX para conmemorar las guerras de unificación y símbolo del espíritu nacional alemán. A la convocatoria de la alianza «Never Again War» , que exige negociaciones para poner fin a las guerras en Ucrania y Gaza y se opone al emplazamiento de misiles nucleares estadounidenses en Alemania a partir de 2026, respondieron colectivos de todo pelaje, más de 3.000 partidos, grupos y organizaciones. En un momento dado, unos mil manifestantes pro palestinos que habían arrancado desde Schöneberger Ufer dominaron claramente la marcha con gritos como «Israel asesino de niños». Acusaban a Israel de genocidio en Gaza y el Líbano y a Alemania de financiarlo, formando visiblemente con sus manos el triángulo de Hamás. En este grupo figuraban conocidos miembros del clan Jan Younis que, el lunes celebró los ataques iraníes contra Israel. Un segundo grupo, formado por miembros del partido La Izquierda, sindicalistas, marxistas y comunistas, además de los autoproclamados «Amigos de Rusia», había partido Breitscheidplatz y enfocaba su protesta en el apoyo de Alemania a Ucrania. De Moabit salió el tercer brazo de la manifestación, que portaba carteles contra la OTAN y contra Estados Unidos. Todos ellos confluyeron en un escenario sobre el que desfilaron la presidenta de la Alianza Sahra Wagencknecht (BSW), el socialdemócrata Ralf Stegner, la diputada de La Izquierda Gesine Lötzsch y el de la Unión socialcristiana de Bavera (CSU), Peter Gauweiler. Completando el coro estaban Peter Brandt, hijo del canciller Willy Brandt , el autor de la Ostpolitik, miembros del Partido Comunista DKP y de la Juventud de Izquierda, vigilada por los servicios de Inteligencia por su programa antidemocrático, y el político de la RDA Wolfgang Thierse. Todos ellos visibilizaban un desinhibido movimiento prorruso que, en conjunto, ha obtenido la mayoría de los votos en las recientes elecciones de Turingia, Sajonia y Brandemburgo. En el documento de la convocatoria se protestaba contra Israel, Estados Unidos y la OTAN, sin mencionar la invasión rusa de Ucrania. El exlíder del Partido Socialdemócrata (SPD) de Schleswig-Holstein Ralf Stegner, a cargo de uno de los discursos, la mencionó y fue objeto de un gran abucheo. Wagenknecht pidió «de facto la capitulación de Ucrania, cuyo comportamiento me parece reprobable». Se refirió a la ministra de Exteriores Annalena Baerbock como «un peligro para nuestro país« y reprochó a quienes consideran a Putin como un criminal de guerra un »doble rasero con los políticos estadounidenses que han sido responsables de tantas y tantas guerras«. Gauweiler, por su parte, se preguntó por qué las palabras del papa Francisco, que ha llamado a negociaciones, no se aplican. «Creo que es una locura dejar que los misiles apunten hacia Rusia ahora», lamentó entre aplausos, y vítores. «No hay un cambio brusco de la política alemana hacia mi país«, dice el embajador ucraniano en Alemania, Oleksiy Makeev, »pero es evidente cómo ha cambiado el debate alemán sobre la guerra de agresión de Rusia desde las elecciones regionales en el este«. Esta gran manifestación se produce en vísperas de la cumbre sobre Ucrania, a la que está previsto que asista el presidente de Estados Unidos. El 12 de octubre se reunirán en la base aérea alemana de Ramstein representantes de unos 50 Estados miembros de la OTAN y otros aliados de Kiev para coordinar una nueva etapa de la ayuda militar a Ucrania. Se trata de la primera visita bilateral de Biden a Alemania en sus casi cuatro años de mandato y la manifestación marca un nuevo tono de hostilidad, además de reflejar un estado de opinión muy mayoritario en el este de Alemania: según Infratest, en Brandeburgo el 70% de los encuestados tiene miedo de que Alemania se vea arrastrada a una guerra contra Rusia. Entre los votantes de BSW, el porcentaje es de casi el 90%. El canciller socialdemócrata Olaf Scholz, cuyo partido está sufriendo severos castigos en las urnas regionales, intenta reaccionar antes de las generales de 2025. Su gobierno, la «coalición semáforo«, ha sacado de los presupuestos generales la ayuda a Ucrania y la Cancillería de Berlín incluso ha intentado en las últimas horas mantener de nuevo contacto telefónico con Putin que Moscú ha rechazado con frialdad e indiferencia. »A primera vista, no hay temas comunes para una conversación, nuestras relaciones se han reducido a cero de hecho y no por iniciativa nuestra«, ha respondido el portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov, al primer tanteo. »En Alemania, la opinión se está acercando a las expectativas rusas«, confirma el ex coordinador de inteligencia en el cuartel general de la OTAN, Arndt Freytag von Loringhoven, que acaba de publicar un libro sobre las campañas de desinformación de Rusia . »Es la constante salpicadura de Radio Moscú, que deja su huella«, juzga por su parte el presidente de la comisión de defensa del Bundestag, el liberal Marcus Faber.