Sorprende la entereza con la que Alma Carrasco (43 años) atiende a ABC al otro lado del teléfono. Sin embargo, en algún que otro momento de la conversación, su voz se quiebra. No es de extrañar. Su marido, Víctor Méndez (43), fue diagnosticado el pasado mes de enero de un tumor cerebral tan agresivo que en España nadie les da ya solución. « Su esperanza de vida es de 6 meses », explica en la petición de ayuda que la pareja ha abierto en GoFundMe para recaudar fondos y agotar la única posible alternativa para que la vida de Víctor no se apague. ¿El problema? El alto coste económico que han de afrontar. «En Alemania hay un médico que le puede operar y ha curado varios glioblastomas », asegura la joven. «¿Conoces la historia de un médico australiano que se ha curado del tumor que padecía? Es como el de él», relata Alma en esta entrevista. Se refiere al caso de Richard Scolyer , un reconocido profesional al que en 2023 le diagnosticaron un glioblastoma tan agresivo que la mayoría de los pacientes sobreviven menos de 12 meses. Él decidió tratarse con un tratamiento experimental basado en inmunoterapia, cuyo resultado fue todo un éxito, ya que la última resonancia magnética no mostró ninguna recurrencia del tumor. «Ojalá pudiéramos nosotros acceder a este tratamiento pero me temo que va a ser imposible... También podría ser atendido en Navarra pero económicamente nos es inviable », comenta Alma. De momento, la pareja tiene sus esfuerzos puestos en Alemania . Allí han encontrado a un doctor que está dispuesto a operarle. «Nos ha dicho que el 25 de septiembre podría hacerlo. Por eso, necesitamos recaudar fondos ». Sólo la operación «ronda los 25.000 euros pero le explicamos que somos una familia humilde y nos dijo que le operaría por 19.000. Luego, regresaríamos a España y necesitaremos unos 7.500 euros al mes para los tratamientos posteriores , que el doctor suministrará a la clínica en la que estamos ahora, pero no sabemos durante cuanto tiempo los necesitará». Alma reconoce que la recaudación de 70.000 euros que han lanzado en GoFundMe se queda muy por debajo de lo que realmente precisan. «Pero en caso de conseguirlo, me daría con un canto en los dientes», asegura. La vida de esta pareja de Madrid dio un giro radical cuando a principios de año, él fue diagnosticado de un glioblastoma grado IV . Nadie sospechaba nada. «En Navidad empezó con dolores de cabeza muy fuertes pero él no le daba importancia. Víctor nunca se ha puesto malo, casi nunca ha ido al médico... Costó que fuera y todo fue porque se mareó en el trabajo», rememora la joven. Al llegar ese viernes al hospital, le hicieron varias pruebas durante muchas horas hasta que «le diagnosticaron una masa que había que operar cuanto antes , según los médicos. Sin embargo, nos mandaron para casa y dijeron que esperásemos a que nos llamaran para hacerle las pruebas del preoperatorio». Alma, que no se podía quedar de brazos cruzados esperando una llamada, se pasó todo el fin de semana buscando especialistas. Dio con otro equipo médico que se mostró dispuesto a operarle de manera inmediata, aunque la advirtieron que iba a ser una cirugía tan complicada y delicada que le podría afectar al habla o a la movilidad. «Sin embargo, todo salió muy bien», recuerda. «Nos dijeron que era una masa muy compacta que habían podido eliminar prácticamente al completo». La quimioterapia y la radioterapia fueron los siguientes pasos. Pero Víctor comenzó a ver mal pocos días después de la operación. «Le hicieron una resonancia. Nos dijeron que el tumor se había reproducido y que no era operable . Le dieron entre 12-14 meses de vida. Imagínate cómo se asume un diagnóstico así y más con un niño de 3 años. Se te cae el mundo a los pies». Buscaron una segunda opinión. «Nos dijeron lo mismo», lamenta. Además, los diferentes tratamientos que han probado no consiguen detener el glioblastoma que avanza a pasos agigantados en el cerebro del joven . «Su cáncer es brutal, muy agresivo. ¡No nos deja respirar ni un momento! En ningún hospital público ni privado nos dan ya opciones . Sólo dicen de derivarle a paliativos », lamenta Alma. Aún así, no se dan por vencidos y, por ello, han decidido mudarse a Valencia para someterse a los tratamientos que le ofrece una clínica privada y que les supone unos grandes costes. «Es el único centro dispuesto a seguir ayudando a Víctor. Hace hipertermia oncológica , tenemos una máquina de hidrógeno en casa, hace ozonoterapia , le meten vitamina C en vena.... y gracias a ellos, hemos contactado con el médico alemán», cuenta. La misma clínica ha contactado con Richard Scolyer , aunque sin éxito, de momento. «Ahora, le operan de nuevo para ponerle un port-a-cath porque sus venas ya no pueden más con tanto pinchazo y medicación. Le han hecho test genéticos... y todo lo tenemos que pagar», relata. « Si no hacemos nada y nos quedamos con lo que nos dicen en España su esperanza de vida es de 6 meses , según su última resonancia -continua-. El tumor ha crecido más . Víctor sólo tiene 43 años, es una persona muy generosa, siempre ha pensado más en los demás que en él mismo y tenemos un hijo, Hugo, de 3 años, al que quiere ver crecer. Por eso batallamos. Necesitamos toda ayuda, por pequeña que sea». El menor, de hecho, se ha vuelto a Madrid con sus abuelos porque ha empezado el colegio. Aunque sus padres continúan en Valencia, Alma va y viene. «Desde que comenzó todo, vamos dando palos de ciego porque no nos dan solución. Y es muy duro... Te sientes abandonada -prosigue-. ¡En todos los lados nos cierran las puertas cuando en otros países te operan dos veces o puedes comprar vitamina C en cantidades altas y sin receta! Aquí en España no. ¿Sabías que la vitamina C intravenosa es antitumoral? Es una de las cosas que he aprendido con todo esto. La compramos en Alemania para que se la puedan suministrar. Sin embargo, aquí, los médicos no se salen de los protocolos y creo que es por el negocio que hay detrás. Por ejemplo, ¿por qué no nos han informado de la importancia que tiene la alimentación en el desarrollo de enfermedades? Hoy, el Hospital 12 de Octubre tiene una dieta específica en pacientes con cáncer ». Víctor, asegura su mujer, siempre ha sido una persona muy positiva. «Hasta hace muy poco», apostilla. « Ha perdido parte de la vista y está siempre muy cansado. Camina poco y lento ». La situación, admite, es «desesperante, como una cuenta atrás. He pensado hasta en vender mi casa... La familia nos está ayudando muchísimo pero no es suficiente. Aún así, he de seguir. Él es mi prioridad y cada amanecer es un día más». Su objetivo, y el de Víctor, es seguir batallando hasta el último segundo. «No barajo más escenarios, si no, no estaríamos luchando como lo estamos haciendo. Tenemos un niño. Hay que ser positivos e ir a donde haya un mínimo de esperanza».