No vamos a descubrir aquí las virtudes de la competencia en un mercado cuyos actores tienden a espabilar en cuanto le ven las orejas al lobo. Es el consumidor el que sale ganando. Que sea una emisora pública la que anime el libre mercado es harina de otro costal, pero tampoco vamos a ponernos exquisitos a estas alturas con un Gobierno que, por no entrar en el pelaje de la compañía estable que interpreta sus obras maestras y completas en la emisora pública, se dedica a comprar acciones y a colocar consejeros en Telefónica , a montar una 'Sepi digital' y a plantear el desarrollo de una 'inteligencia artificial española' que da más miedo que un virus bielorruso. La irrupción...
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