LA avalancha de menores que llegan a las costas españolas se ha convertido en la principal patata caliente que maneja el Gobierno en materia social en este arranque de curso. La manifiesta saturación de las zonas receptoras de esta inmigración sensible, principalmente Ceuta y Canarias, ha provocado que varias comunidades autónomas acepten acoger grupos de chavales recién bajados de la patera, con el problema de que los sistemas de acogida autonómicos tampoco tienen capacidad. En Andalucía los centros de menores están al 115%, y aun así le corresponde un cupo de niños inmigrantes que apenas puede atender. La Junta reclama ayudas para poder cumplir con su labor mientras el Gobierno de Pedro Sánchez mira para otro lado. Cataluña, por cierto,...
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