Hubo un tiempo en la vida en el que no había Internet, ni twitter, ni TicToc, ni tictac, ni Whatsapp, ni foros, ni radio todo el año, ni televisión todo el año, ni móviles, ni Youtube... Y eso no era en la prehistoria. Cuando Fernando Gelán trabajaba aquí en ABC y después en El Correo sus únicas armas eran la libreta, el bolígrafo, la cámara de fotos, la máquina de escribir y la verdad. Y una tremenda pasión por la profesión de contar cosas. Gelán ha muerto. Se marchó un día en el que, como escribió Alberti «el puñal del viento acuchilla el cadáver del verano» Ricardo Ríos fue quien en ABC a finales de los 70 se inventó lo de la información diaria de cofradías. Y el que la ejecutaba era Fernando. Con sus informaciones, sus caritas de la noticia (todo el mundo quería salir) y una línea rabiosamente independiente que le hizo estar en el sitio justo donde deben colocarse los periodistas. Después se metió en la arriesgada aventura de la revista «El Cofrade». Vinieron malos tiempos y al final su refugió fue Internet, la página de Gelán Noticias a la que ahora hay que acudir como quien va a un santuario. La última noticia la colgó el 31 de agosto. A eso se le llama morir con las botas puestas. Gelán tenía la Medalla de Sevilla, sus gafas siempre oscuras y la herencia periodística de su padre. Era, es, de la Soledad de San Lorenzo. Ojalá su nombre y su obra nunca naveguen por el mar de la desmemoria a bordo de la nave del olvido.