Soy uno más del montón de ciudadanos a quienes el presunto ministro de Transportes y Movilidad Sostenible nos tiene bloqueados. No me refiero en el interior de un tren periódicamente averiado , esos son varios montones más, lo que en mis años mozos decíamos un montonazo y en mi tierra, una jartá. Me ha incluido en la categoría «pues ahora me enfado y no respiro, ea». Digo que me ha censurado digitalmente él, con sus ministeriales manitas, porque entiendo que eso no lo delegará en sus edecanes. El placer íntimo y casi húmedo de apretar el botón de bloqueo tiene que reservárselo para sí. Esa sensación única de tener el control de algo, aunque sea tan nimio y pueril como...
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