Rosales, hostelería en vena. Oficio, servicio, arte y compromiso. Antes, el nombre llegaba primero, y luego se acoplaba el restaurante o el bar y su cocina. Estaba Pepe, el del Caballo Rojo . Rafael, el del Churrasco. Pepe, el de la Judería, sentado en la silla de enea a la entrada. Juan Peña, Julio Montes del Astoria y Tony Montes, Antonio Canals el de Picnic... Y Alberto Rosales , el de las marisquerías o el Bar Crismona. Eran gente de otra pasta que si paraban en algún momento tenían la certeza de que el precipicio sería más hondo que el vértigo que pueda dar hoy el reloj con horas, los cuatro días a la semana de laboro o la cocina...
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