Las relaciones entre el PP y Vox están prácticamente rotas y la grieta que abrió la inmigración entre ellos va camino de convertirse en falla y separarlos definitivamente. En el primer lunes del curso político, fue palpable la tensión entre ambos, que se intercambian reproches a discreción. Los populares, con una aparente indiferencia, deslizan dardos velados, mientras reciben embestidas directas por su derecha. La primera la protagonizó Santiago Abascal, quien advirtió a Génova que o da un giro de 180 grados en su postura hacia la inmigración irregular o no podrá contar con el apoyo de Vox en los Gobiernos autonómicos donde está en minoría. De momento, en Génova no le dan excesiva importancia a esa amenaza y tratan de...
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