Once años interpretando el mismo papel en la misma obra de teatro no es un hecho habitual. En España son célebres los casos de Pedro Osinaga y Pepe Rubi o, que superaron las dos décadas a bordo de 'Sé infiel y no mires con quién' y 'Enseñar a un sinvergüenza', respectivamente. Ricardo Darín no llegará a tanto, seguramente, pero ha cumplido ya una década -con ' Arte ', de Yasmina Reza, estuvo doce años- representando 'Escenas de la vida conyugal', la obra de Ingmar Bergman basada en su propia serie de televisión (1973), convertida dos años después en película. Norma Aleandro ha dirigido la función, en la que Darín comparte escenario con Andrea Pietra . La pareja estará en el Teatro Rialto de Madrid del 4 al 9 de septiembre y después se podrá ver en el Teatro Coliseum de Barcelona del 2 al 20 de octubre. «Vengo de rodar una serie durante siete meses y no veía la hora de volver al escenario -revela Ricardo Darín-. Los actores, con alguna excepción, adoramos el escenario porque no se parece a nada; la ausencia de cuestiones técnicas que influyan en nuestro trabajo hace del teatro una cuestión mucho más personal, casi artesanal». «Me repito mucho, pero lo voy a decir una vez más -se disculpa-: el teatro es peligroso , vertiginoso, está pasando en ese momento y puede pasar cualquier cosa. Puede ocurrir que, de pronto, un señor se levante en el patio de butacas y diga: '¡No estoy de acuerdo!'... Y hay que lidiar con eso. Puede suceder cualquier cosa; está vivo y aporta una sensación vital». Andrea Pietra asiente. «Y tiene la magia de que se puede hacer en cualquier lugar». «Cierto -continúa Darín-; una buena prueba de su vitalidad es, precisamente, el teatro 'off'. La demostración más contundente. Es lo más primitivo y es también un lugar de resistencia. En el teatro no pueden prescindir de los actores, ahora que la inteligencia artificial parece que va a prescindir de nosotros en cualquier momento». ¿Preocupa realmente la implantación de la inteligencia artificial a los actores? «Estamos preocupados, pero disimulamos -dice Darín esbozando una media sonrisa-; actuamos como si no nos afectara. Pero es algo que se ve venir desde lejos, y en términos comerciales lo que se persigue es prescindir de nosotros en algún momento». «De la humanidad entera», apunta Pietra. «Sí, de la humanidad entera -asiente Darín-, que tras unos instantes sentencia (con tanta convicción que primero lo hace hablado y después cantado): «El futuro se nos viene encima muy rápido». Pero el presente para el actor es 'Escenas de la vida conyugal', una obra que cuenta la evolución de un matrimonio en varios momentos cotidianos de una década de convivencia y después de su divorcio. Liv Ullman y Earlan Josephson estrenaron hace medio siglo la miniserie televisiva original de cinco horas de duración (el capítulo final congregó frente a los televisores a más de la mitad de la población sueca) y dos años más tarde repetirían sus papeles en el cine. «Creo que fue la mujer de Ingmar Bergman la que le sugirió llevar esta historia al teatro», dice Darín. La adaptación se estrenó en Múnich. «Nuestra versión -que firman Fernando Masllorens y Federico González del Pino - es más corta, nos centramos en siete escenas». El humor, contrariamente a la imagen que se tiene habitualmente de Bergman, está muy presente en esta puesta en escena. Pero no deja de ser, aclara Darín, «una crítica a la estructura matrimonial, que salva al amor... cuando éste existe». La función no ha cambiado tanto, dicen Darín y Pietra, en estos once años. «Lo que ha cambiado es el mundo -continúa el actor-. Yo me he hecho mayor; Andrea no por algún pacto desconocido con el diablo... La obra se resignifica cada día. Las relaciones también han cambiado mucho en estos años, pero hay cosas que no varían: la dificultad de conexión, la tolerancia, no aceptar que el otro piense distinto... Eso, que no ha cambiado, está presente en la función». Andrea Pietra completa: «Conforme pasa el tiempo vas conociendo más a tu personaje, y los períodos en que dejamos de representar la función sirven de tiempo de reflexión, y al retomarla siempre le vemos un color distinto a una determinada escena... Es como la vida misma, va madurando». «Siempre hay algo que nos sorprende», concluye Darín. Y es que es inevitable que vida y teatro se entrecrucen después de tanto tiempo. Los dos actores, recuerda Andrea Pietra, están con su pareja desde hace mucho tiempo, y la obra, dice, de algún modo «alimenta» esa relación. «Hay términos que utilizamos en el escenario que nos vienen como anillo al dedo en lo cotidiano -añade Darín-. El teatro siempre marca . Todo se modifica cuando estás haciendo teatro». Se le pregunta entonces si después de este tiempo viviendo 'Escenas de la vida conyugal' han sacado alguna conclusión sobre la vida en pareja. «¡No se casen jamás! -ríe Ricardo Darín- ¡Piénsenlo!». Lo que también hay que pensarse, y más hoy en día, es querer dedicarse a la interpretación. Si le piden a Ricardo Darín un consejo para los jóvenes que han tomado ya ese camino, el actor argentino es claro: «No bajar la guardia; éste es un camino duro». Recuerda el discurso de Benicio del Toro en los premios Platino del pasado año, en el que recordaba que los actores tienen que aprender a lidiar siempre con el no, a ser rechazado. «Yo hablo más por lo que he visto que por mi experiencia propia -reconoce Ricardo Darín-; yo siempre fui un privilegiado». Andrea Pietra coincide con su compañero de reparto en que la carrera de actor es un camino largo, que puedes encantar a unos y no gustar a otros, pero que eso no debe afectar. «Aunque es muy difícil que las negativas no afecten a la autoestima», dice. «En cualquier caso -concluye Darín- hay que estar siempre preparado».