Uno de los problemas que presenta la movilidad eléctrica es que los cargadores no presentan una manera unificada para pagar y el usuario de este tipo de vehículos tiene que tener una docena de aplicaciones diferentes, cada una para cada estación de servicio. Bosch, reconociendo esta necesidad, ha diseñado una pasarela de pago para integrarla en los sistemas multimedia de los vehículos eléctricos, para permitir que recargar se haga a través de la pantalla y se pueda pagar directamente sin importar el tipo de empresa que sea la propietaria de los enchufes. Según la compañía alemana, que es la mayor productora de componentes de automoción del mundo, «los servicios se pueden integrar completamente, tanto en funcionalidad como en aspecto, para encajar con el universo de marca del fabricante». De cara al final de año, Bosch estiman que existirán unos 800.000 puntos de recarga en Europa, unos 200.000 en Asia y Oceanía y unos 130.000 en EEUU. «Al integrar más de un millón de puntos de carga en una única plataforma, hacemos que sea mucho más fácil que los conductores los encuentren». Así, afirman desde Bosch, «la electromovilidad será mucho más cómoda para el público general». Según sus estimaciones, un tercio de los coches que se vendan en el mundo será eléctrico en 2030, y en 2035 esta proporción aumentará hasta la mitad. Sin embargo, las ventas de este tipo de motores se están ralentizándose en Europa. En España, la cuota de mercado de los electrificados –es decir, híbridos enchufables y 100% eléctricos– no llega al 11% de las ventas en lo que va de año. En Europa también están cediendo cuota y cerraron agosto con una penetración del 12,1%. Por ello, los fabricantes han decidido frenar sus objetivos de electrificación: Mercedes-Benz, Volkswagen y Ford son todos ejemplos de marcas que se han dado más margen en la transición a las cero emisiones, alegando que serán las condiciones de mercado las que marquen el ritmo y mirando a los modelos híbridos enchufables como una alternativa posible. Sin embargo, estos han llamado la atención de la Comisión Europea, que está investigando si realmente se usan lo suficiente en modo eléctrico. Vender motores electrificados es la única opción para los fabricantes si quieren alcanzar los límites de emisiones que ha impuesto Bruselas para 2025 y esquivar las multas millonarias a las que se enfrentarían. «A lo largo de la próxima década», afirman desde Bosch, «esperamos que haya un incremento masivo en la demanda de servicios de carga». La compañía de Stuttgart estima que, de cara al final de la década, su unidad de negocio de soluciones de carga crezca a un ritmo del 50% interanual.