El cuchillo se ha convertido en la katana doméstica del que mama de la teta de Daesh para adquirir el prestigio grasiento del terrorista que no es sino repugnante larva de cerebro achicado. Cualquier rastro de sofisticación se evaporó cuando descubrieron que un simple cuchillo, acaso un afilado cuchillo de cocina de aquellos que anunciaban en la teletienda de Chuck Norris, supone una letal guadaña que cercena la garganta de los inocentes que paseaban ajenos al destino final que les aguardaba. Alemania, el año pasado, sufrió 14.000 ataques con cuchillo . «Eso no me lo dices en la calle» representaba la frase que te ponía entre la espada y la pared, entre el honor o el deshonor, entre la gloria...
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