Un zumbido agudo cerca del oído es la señal de que un mosquito hembra está de caza, ya que son ellas, no los machos, las que beben sangre. La reacción de muchos puede ser intentar aplastar al insecto para evitar una picadura, pero el sonido que para nosotros representa una amenaza para un mosquito es la llamada del amor. Y los ojos les hacen chiribitas. Un equipo internacional de investigadores ha descubierto que cuando un macho del mosquito Anopheles coluzzii , un importante propagador de la malaria en África, escucha el sonido de los aleteos de las hembras, su visión 'se activa' de una manera asombrosa para localizarla y dirigirse raudo y veloz hacia ella. El hallazgo, publicado en la revista 'Current Biology', podría conducir a mejores técnicas de control de la malaria e incluso ayudar a desarrollar el vuelo de precisión de los drones. Como muchas especies de mosquitos, Anopheles coluzzii tiene una visión relativamente pobre. Pero cuando escucha el zumbido de la hembra, la cosa cambia. El insecto es capaz de explorar visualmente las inmediaciones en busca de una pareja potencial. Incluso en un enjambre abarrotado y concurrido de mosquitos amorosos, que es como se aparea A. coluzzii , el macho puede fijar visualmente su objetivo. Luego acelera y se desplaza hábilmente a través del enjambre, evitando chocar con otros. «Hemos descubierto una asociación increíblemente fuerte en los mosquitos machos cuando buscan pareja: escuchan el sonido de los aleteos a una frecuencia específica (el tipo de aleteo que hacen las hembras) y ese estímulo activa el sistema visual», afirma Saumya Gupta, investigadora postdoctoral en biología de la de la Universidad de Washington (UW). «Esto muestra la compleja interacción que se da entre los diferentes sistemas sensoriales de los mosquitos», añade. Según los investigadores, este fuerte vínculo entre los machos que escuchan el zumbido parecido al de las hembras y el movimiento hacia un objeto en su campo visual puede abrir una nueva ruta para el control de plagas: la creación de una nueva generación de trampas específicas para los mosquitos Anopheles que propagan la malaria. «Este sonido es tan atractivo para los machos que hace que se dirijan hacia lo que creen que podría ser la fuente, ya sea una hembra real o, tal vez, una trampa para mosquitos», explica Jeffrey Riffell , profesor de biología de la UW. Como la mayoría de las especies de Anopheles, los Anopheles coluzzii se aparean en grandes enjambres al atardecer. La mayoría de los insectos de estos enjambres son machos, con solo unas pocas hembras. A los ojos humanos, los enjambres pueden parecer caóticos. Los mosquitos de ambos sexos pasan rápidamente unos junto a otros. Los machos deben usar sus sentidos para evitar la colisión y encontrar una hembra. Gupta, Riffell y sus colegas —entre ellos científicos de la Universidad de Wageningen en los Países Bajos, el Instituto de Investigación en Ciencias de la Salud de Burkina Faso y la Universidad de Montpelier en Francia— querían entender la interacción entre los sentidos de los mosquitos y cómo trabajan juntos en estos enjambres. Para probar el comportamiento de vuelo de mosquitos machos individuales, construyeron una especie de escenario circular en miniatura que utiliza una pantalla curva y pixelada para imitar el caos visual de un enjambre. El instrumento es esencialmente un simulador de vuelo de mosquitos. En él, el sujeto de prueba del mosquito, que está atado y no puede moverse libremente, aún puede ver, oler y oír, y también batir sus alas como si estuviera en vuelo. En pruebas con docenas de mosquitos Anopheles coluzzii machos, los autores descubrieron que estos respondían de manera diferente a un objeto en su campo de visión en función del sonido que los investigadores transmitían. Si reproducían un tono a 450 hercios (la frecuencia a la que baten las alas de las hembras en estos enjambres), los machos se dirigían hacia el objeto. Pero los machos no intentaban girar hacia el objeto si los investigadores reproducían un tono a 700 hercios, que es más cercano a la frecuencia a la que sus compañeros machos baten sus alas. La distancia que percibía el mosquito respecto del objeto también era importante. Si el objeto simulado aparecía a más de tres longitudes corporales de distancia, el mosquito no se giraba hacia él, incluso en presencia de tonos de vuelo similares a los de una hembra. «El poder de resolución del ojo del mosquito es aproximadamente 1.000 veces menor que el del ojo humano», afirma Riffell. Los mosquitos «tienden a utilizar la visión para comportamientos más pasivos, como evitar otros objetos y controlar su posición». Además de su llamativa respuesta a los objetos cuando escuchan los sonidos de vuelo de las hembras, los experimentos revelaron que los machos hacían un conjunto diferente de ajustes sutiles de vuelo ante otros objetos. Modificaban la amplitud y frecuencia de sus aleteos en respuesta a un objeto en su campo de visión, incluso sin sonidos de aleteo transmitidos a través del altavoz. El equipo planteó la hipótesis de que estas respuestas impulsadas visualmente pueden ser maniobras preparatorias para evitar un objeto. Para obtener más información, filmaron enjambres de solo machos en el laboratorio. Los análisis de esos movimientos mostraron que los machos aceleraban cuando se acercaban a otro macho. «Creemos que nuestros resultados indican que los machos utilizan señales visuales de corto alcance para evitar colisiones dentro de los enjambres», dice Gupta. «Sin embargo, escuchar los tonos de vuelo de las hembras parece alterar drásticamente su comportamiento, lo que sugiere la importancia de integrar la información visual y sonora». Esta investigación puede demostrar un nuevo método para el control de mosquitos, al analizar cómo estos integran las señales auditivas y visuales. La atracción fuerte y constante de los machos hacia las señales visuales cuando escuchan el zumbido de la hembra puede ser una vulnerabilidad que los investigadores pueden aprovechar al diseñar la próxima generación de trampas para mosquitos, en particular trampas para la especie Anopheles, que es una importante propagadora de patógenos de la malaria. «Las medidas actuales (contra los mosquitos), como los insecticidas, son cada vez menos efectivas a medida que los mosquitos desarrollan resistencia. Necesitamos nuevos enfoques, como cebos o trampas, que atraigan a los mosquitos», subraya Riffell.