En plena era del SEO, de la exageración desmedida, del comentario categórico y del juicio apresurado, cualquier sentencia gastronómica exige rigor. Y aunque no negamos que el paladar nos pide formular la frase sin signos de interrogación, entre la prudencia y el exceso de ella nos metemos en el horno de
Niente Male para abrir el debate de si estamos ante la mejor pizza carbonara de Málaga. Muchos dirán que sí, otros lo pondrán en duda. Pero nos cuesta imaginar a alguien que no quede complacido por sus encantos...
Escuela napolitana. Materia prima de nivel y mucha frescura. Manos sapientes. Horno dominado. Tamaño muy generoso. Es el retrato de una elaboración que sabe llevar la fórmula primigenia de la carbonara a una pizza: un guanciale sabroso y salado. Unas yemas de huevo con la peculiaridad de estar ligeramente empanadas. Generoso pecorino, tanto en crema como en la lluvia decorativa. Pimienta sin miedo. Unas hojas de albahaca para aportar color. Y una masa fina y bien esponjosa en los bordes, con un óptimo punto de humedad. Motivos más que dignos para invitar a los amantes de la cocina italiana a probarla.
Pizza ItaliaEl catálogo de bondades pizzeras de Niente Male no acaba ahí. Otras cautivan igualmente. Con otros ingredientes, pero también tratados con bastante pericia y buen gusto. El recorrido es más gozoso por sus pizzas gourmet que por las clásicas. En la Italia, el combo rúculua -jamón de Parma- queso parmesano refresca en boca con sutileza. El sabor a trufa de la tartufata enamora, si bien ascendería a pizza superlativa si fuera acompañada de guanciale (spoiler: se puede pedir como extra).
Pizza Tartufata
Gnocchi a la carbonaraA falta de una exploración más profunda por la profusa carta (bastante cambiante durante el año, por cierto), nos dejaron mejor sabor de boca los gnocchi, con buen juego de contraste entre lo cremoso y lo crunchy, que la pasta de queso y pera, espectacular al ojo, algo más insípida en boca.
Tarta de queso, tiramisí y cannoli de ricota, chocolate y pistachoDe los postres dejamos tres pinceladas: la contundencia de los cannoli de ricota, chocolate y pistacho; la sobriedad del tiramisú y una tarta de queso en un escalón algo inferior, falto de más intensidad.
El servicio resulta tranquilo y cariñoso. El ambiente es fresco y heterogéneo. Con precios competitivos. Y la bodega es reducida, pero donde no falta el Prosecco. Y la respuesta a la pregunta de si es la mejor pizza carbonara de Málaga, búsquenla ustedes acercándose a las características mesas que llevan cinco años anidando en las baldosas blancas y rojas del Pasaje Esperanto.