La inflación de la eurozona baja hasta el 2,2% en el mes de agosto y se acerca al objetivo de contención fijado por el Banco Central Europeo según el dato publicado este viernes por la oficina estadística europea Eurostat. Se trata la cifra más baja del IPC para los países de la zona euro desde julio de 2021, cuando se situaba en este mismo nivel que ahora. El descenso llega tras el repunte del mes de julio que elevó la cifra al 2,6% y coincide con lo que ya anticipaban analistas como Bloomberg y Factset. En concreto, según muestran los datos de Eurostat, el descenso viene impulsado por la caída de precios de la energía, que baja un 3% en comparación con agosto de 2023. La inflación de los servicios (4,2%) , los alimentos, el alcohol y el tabaco (2,4%), sin embargo, siguen en aumento. La moderación del IPC de la zona euro facilita próximas bajadas de tipos para la próxima reunión del BCE que tendrá lugar el 12 de septiembre y en la que se espera una nueva rebaja. Sin embargo, la presidenta del BCE, Christine Lagarde, ha dejado abierta la puerta a una decisión en septiembre, pero condicionada por la inflación persistentemente alta en el sector servicios y el fuerte crecimiento salarial. La tasa más alta de la espiral inflacionista se registró en octubre de 2023, cuando llegó al 10,6%. Desde entonces, la autoridad monetaria europea comenzó el aumento de tipos de interés hasta el 4,5%, alza que duró hasta el mes de junio cuando se bajaron por primera vez en 16 años. Ente las principales economías de la eurozona, las que mayor inflación registran son Bélgica (con un 4,5%) y España (con un 2,4%), Francia (con un 2,2%) y Alemania (un 2%). Italia, sin embargo, presentó la más baja con un 1,3%. «El descenso del IPC en agosto se debe a la caída de precios de la energía, pero confirma que el entorno inflacionista se está volviendo un poco más benigno», asegura el economista de ING, Bert Colijn. El experto, sin embargo, recuerda que «la inflación energética se mueve en función de la evolución de los precios del petróleo y el gas» y que, por tanto, «la inflación subyacente sigue siendo mucho más relevante para la política del BCE que la genera, la subyacente sigue alta». En este sentido, el IPC subyacente -que no tiene en cuenta los precios de la energía y los alimentos frescos- registró una tasa del 2,8%, una décima más baja que la registrada en julio, cuando llegó al 2,9%.