Con España sufriendo una fuerte presión migratoria, especialmente en las costas de Canarias y Ceuta, Pedro Sánchez diseñó una gira africana con la que evidenciar que tomaba las riendas de la situación. Su objetivo, estrechar lazos y firmar acuerdos con los países de origen de la inmigración ilegal para difundir su mantra sobre la llegada de personas de otros países: «La inmigración debe ser ordenada, legal y segura», dice el presidente insistentemente. Sin embargo, lejos de un alivio, estas palabras provocaron ayer un aluvión de críticas al jefe del Ejecutivo por parte de la oposición, que le acusó de generar un «efecto llamada» que multiplicará las llegadas a las costas españolas. La polémica en España empezó ayer a primera hora...
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