Desde varios pueblos dispersos de Andalucía se promueve la tertulia al fresco, cuando la noche obliga, como un patrimonio de la humanidad . Lo han pedido a la Unesco. Veremos. Esto es solicitar la reverencia institucional ante la santa calma, más una silla, porque se trata de sacar la silla a la acera, y enhebrar, o no tanto, la cháchara con los vecinos. A mí la propuesta me emociona, porque va contra el móvil, y porque procede de una minoría, y no minoría urbana, que es lo que se lleva, sino minoría de pueblo y de verano, donde está la reserva espiritual de lo que pasa, que es, sobre todo, lo que no pasa. En lo alto de un verano...
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