Los aranceles al vehículo eléctrico chino impuestos por la Comisión Europea están demostrando ser un reclamo eficaz para que los fabricantes chinos se planteen pasar su huella productiva al Viejo Continente. El último en sumarse a la prospección de terrenos es Xpeng, el socio del Grupo Volkswagen en el país del Yang Tsé. En una entrevista con Bloomberg, su consejero delegado, He Xiaopeng, afirmó que está buscando «áreas con riesgos laborales relativamente bajos». Xpeng es, comparativamente, uno de los fabricantes más jóvenes de vehículos eléctricos de China –la compañía fue fundada en 2014– pero sus ambiciones tienen un cariz global. Según Xiaopeng, sus planes de expansión «no van a verse afectados por decisiones políticas como los aranceles de Bruselas, pero la rentabilidad del mercado europeo se reducirá». En los aranceles provisionales que entraron en vigor el pasado 4 de julio y se revisaron a mediados de agosto, además del 10% que se aplicaba a los vehículos chinos, se establecieron tasas adicionales de hasta el 36,3% para los modelos cero emisiones, para equilibrar lo que Bruselas consideró una competencia desleal. Para Xpeng, los impuestos fronterizos se establecen en un 21,3% adicional. Las tasas permanecerán en vigor hasta noviembre, cuando los países miembros puedan votar por su instauración definitiva o se haya llegado a un acuerdo bilateral entre la UE y China. De implementarse, podrían determinar el comercio exterior durante los próximos cinco años. China ya ha amenazado con tomar medidas retaliatorias, ya sea con la industria alimentaria española, con la vinícola francesa o con la automotriz alemana, todas bien apreciadas por las clases pudientes en el país asiático. Con respecto a la automoción, el ministerio de Comercio chino señaló que estaban estudiando un impuesto adicional a motores de más de 2.5 litros de cilindrada. Esto, que a primera vista tiene un fundamento medioambiental, enfoca a los constructores alemanes, que exportan modelos potentes al país. China supone alrededor de un tercio de las ventas anuales de BMW, Mercedes-Benz, Audi y Porsche. Mientras las tres primeras cuentan con fábricas en el país y modelos diseñados específicamente para el mercado, Porsche solo importa sus productos. Sin embargo, Xpeng no se enfrenta únicamente a problemas arancelarios en el extranjero –Turquía, EEUU y Canadá aumentaron todos considerablemente sus impuestos al coche eléctrico chino–, sino que en su propio mercado tiene que lidiar con una guerra de precios, unas ventas tibias y disputas en el desarrollo de producto. En la primera mitad de año, el fabricante declaró que había vendido 50.000 vehículos. Comparativamente, el mayor fabricante del país, BYD, matricula unos 250.000 al mes. Sin embargo, la colaboración con el Grupo Volkswagen ha hecho que el margen operativo pasara del -3,9% en el segundo trimestre de 2023 al 14% en el mismo periodo de 2024. Una de las apuestas fuertes de Xpeng está en la inteligencia artificial, afirmando que «esta tecnología será más importante para el futuro de la automoción que las celdas de baterías». Antes que su fábrica en Europa, la marca pretende crear un centro de servidores para almacenar los datos que generen sus vehículos, necesarios para la conducción autónoma.