Gerard Martín , titular. «Has hecho una gran pretemporada y por eso juegas», le dijo Hansi Flick antes de empezar el partido. Sufrió el canterano en su debut. Dani Olmo en el banquillo y Christensen pasará a la historia como primera baja fraudulenta inversa, es decir, forzada por la empresa. El entrenador alemán es lo contrario del presidente catalán: veremos si además de su seriedad tiene también la personalidad para mantenerla cuando lleguen las turbulencias. De momento, bien, sobrio, es una suerte que no hable español y muy mal inglés, de modo que sus ruedas de prensa son telegráficas y evita meterse en problemas. Parte del drama de Xavi es que enloqueció en su relación con los medios de comunicación. El Barcelona empezó a remolque, indeciso, impreciso, buscando su lugar en el terreno de juego. El Rayo, mucho más cómodo, ganaba todos los duelos y en el minuto 9 tuvo su más que merecido premio y Unai López batió a Ter Stegen , que pudo hacer más. El Barça tiene que ser consciente de que no es el equipo de otros tiempos. No puede contemporizar. Tiene a jóvenes promesas pero de momento es un conjunto joven, limitado, que ha de luchar cada balón como si fuera una final. La intensidad local y sus múltiples llegadas eran toda una lección. Sin embargo no se puede decir que, como pasó en algunos momentos, demasiados, de la temporada anterior, el Barça cayera en la desidia o la vulgaridad. Era una cuestión de ritmo, de revoluciones, como si pareciera cansado de los dos encuentros anteriores. Era un Barça legañoso, que necesitaba espabilar. Tras el gol el juego se equilibró, pero no tanto porque los barcelonistas reaccionaran como porque el Rayo retrasó las líneas de presión, tuvo menos prisa por jugar, menos electricidad y empezó a administrar su ventaja. Pedri perdía demasiados balones, muy lento en la ejecución. Al canario aún le va más rápido el cerebro que las piernas. Íñigo Pérez pedía calma a sus jugadores, que durmieran el partido. Defender, recuperar, correr. Como si pensara que es agosto y racionara el depósito de gasolina. El único en el Barça que proponía constantemente, desde la fuerza, el talento y la imaginación era Lamine Yamal. Koundé , espeso, lento, sin energía. El Rayo llegaba bien por fuera, De Frutos, y volvía de vez en cuando a su condición eléctrica del principio, sin que el Barça supiera muy bien cómo frenarla. Lewandowski, también adormilado. Raphinha lo empezaba todo bien y lo acababa todo mal. En la pausa de hidratación Íñigo Pérez pidió a sus jugadores tener más el balón, «ellos están arriesgando mucho», y tenía razón. Ter Stegen no estaba fino con los pies. Muy poca cosa de Ferran, jugado sobre todo por dentro. El Rayo ensayó su versión muro, rechazando disparos lejanos y repeliendo incursiones. Era difícil imaginar de qué manera podrían aguantar los locales hasta el final del partido si el Barça le continuaba mareando con ataques más largos. Lamine continuaba creando y siendo el único -y muy brillante- argumento de su equipo. El Rayo fue superior durante la primera parte pero en los últimos minutos el Barça encontró una pista por dónde dar la vuelta al partido. Se hacía imprescindible el cambio de Ferran por Dani Olmo , y Hansi Flick no se hizo esperar. La segunda parte empezó con un penalti escatinado precisamente a Dani Olmo y con Lewandowski fallando un remate a puerta vacía. Raphinha, autor del centro, se medio rió de su compañero. Mejor el Barça, peor el Rayo. Pedri más afinado. Dani Olmo , poderoso despliegue técnico. La diferencia con Ferran Torres era muy evidente. Íñigo Pérez necesitaba piernas y cambió a Unai López por Ciss. Álvaro García, lesionado, fue sustituido por Embarba . El Barça tenía más el partido donde lo necesitaba, y la conexión entre Olmo, Pedri y Lamine Yamal era de otra dimensión. Disparo al travesaño del nuevo fichaje, con muchas ganas de fútbol. Y en el minuto 60, igual de merecido que el gol del Rayo en la primera mitad, llegó el empate de Pedri de una bella parábola. La incorporación de Olmo fue decisiva para el cambio radical del equipo: Pedri volvía a su inspiración y Lamine Yamal tenía a alguien más con quien imaginar una noche mejor. Lewandowski marcó el segundo, pero fue anulado por un pisotón de Koundé, que estuvo horroroso durante toda la noche. Ataque y gol visitante a partir del minuto 75 y el premio llegó en el minuto 81 con un muy buen disparo de Dani Olmo, que tuvo el debut soñado: juego fácil, técnico, veloz, deslumbrante, y la culminación del gol, que celebró con Lamine Yamal haciendo el gesto de tocarse el reloj. Son chicos muy jóvenes y el fútbol es muy exigente en lo mental y en lo físico. Pero si nada se estropea y todo fluye esta pareja junto a Pedri están llamados a hacer cosas muy grandes y muy hermosas juntos.