Los políticos, españoles y de todo el mundo, han descubierto que en internet se miente como el capitán Renault descubría que en el café de Rick se jugaba. Sorprende el asombro, habida cuenta de que en la política se ha mentido siempre; la diferencia es que antes el mentiroso pillado lo pagaba, aunque sólo a veces y en algunas democracias de tradición puritana. Ahora el votante no sólo sabe que le mienten: lo desea. Incluso lo aplaude o al menos lo justifica. Y desde luego no se cree las mentiras porque conoce su verdadera función, que no es engañar sino excitar, activar fobias, apelar a las vísceras, despertar emociones más potentes que las de la vieja, perezosa razón dormida. No...
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