Esta historia va sobre inmigrantes explotados por inmigrantes. De personas que llegaron a España engañados por las mafias, con las que contrajeron deudas de diez mil euros. Mientras pagaran lo que debían (cosa que, por desgracia, nunca termina de ocurrir) tenían que aceptar unas condiciones de trabajo humillantes : entre diez y doce horas al día, los siete días de la semana, por un sueldo de entre 500 y 600 euros al mes. Tampoco tenían permiso de residencia ni de trabajo, razones añadidas para no quejarse. Tenían gente que dependían de ellos en su país de origen, debían mandarles dinero porque en eso habían quedado y no podían defraudar a sus familiares, eso es sagrado para muchos que llegan a España de manera irregular. En este caso, los explotados eran cuatro, todos de origen pakistaní . Sus explotadores, dos, también eran de ese país. Uno tiene 31 años y el otro, 35. La Policía Nacional ha detenido a esos dos individuos, pero todavía no al jefe de la organización, un pakistaní nacionalizado español que dirigía tres locales de comida rápida. Dos en Granada y el otro en Vélez-Málaga . Les acusa de un delito de tráfico de seres humanos con fines de explotación laboral, otro contra los derechos de los trabajadores, un tercero de favorecer la inmigración clandestino y otro más, un cuarto: pertenencia a banda criminal y falsedad documental. Gracias a la colaboración de la Inspección de Trabajo y Seguridad Social, los policías de la brigada de Extranjería y Fronteras pudieron constatar las irregularidades que se producían en esos centros de trabajo y también hablar con los empleados, que les confesaron que estaban « en una situación de vulnerabilidad « por lo ya comentado: tenían una deuda que pagar, carecían de permisos y debían mandar dinero cada mes a sus familiares. Los dos detenidos, cuya función era distribuir a los inmigrantes y ponerlos a trabajar, ya han pasado a disposición judicial y la investigación, ahora se centra en localizar al jefe de ese entramado mafioso.