Dicen los jinetes que somos lo que somos por cómo nos relacionamos con los caballos. A lomos de los más nobles y bravos ha cabalgado el centauro de Estella, con un hilo de armonía entre las riendas y el bocado, aunque no hayan faltado las coces al propio espectáculo por ese no querer verse frente a frente con Diego Ventura, cuya furgoneta aún marca el kilómetro cero en el norte. Pero era la tarde de Pablo Hermoso de Mendoza, leyenda del arte de Marialva, que vivió una triunfal y emotiva despedida. Mágica en su séptima puerta grande, la más soñada después de cuajar al último toro de su carrera en Vista Alegre. Había brindado este toro a su hermano. Bondadoso...
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