Entre las secciones de lácteos y congelados, la sexta etapa de la Vuelta sale del interior del Carrefour de Jerez y acaba en el alto de Yunquera, en Málaga, con un estropicio en la clasificación general de la Vuelta provocado por Ben O'Connor. El australiano del Decathlon protagoniza una gesta a la antigua, ciclismo de otro tiempo, una fuga primero de 32 corredores y luego en solitario en la que destroza al pelotón y lo gira por completo para obtener una renta insospechada. Seis minutos y medio más las bonificaciones lo aúpan al liderato de la carrera con casi cinco minutos (4:51 a Roglic), demasiada ventaja para un ciclista que ha sido cuarto en el Tour y el Giro. El pelotón recorre un terreno espléndido para el ciclismo, las serranías de Grazalema y Ronda, carreteras en constante ondulación, subir y bajar, frenar y acelerar, ni un kilómetro de llano, escenario propicio para lo que sucedió. O'Connor descuelga a 30 de sus 32 acompañantes a 60 kilómetros de meta, el pelotón gobernado por el equipo de Roglic se pega una paliza por mantener la distancia. Pero O'Connor se siente liberado y frenético cuando se queda solo, sin Leemreie que no le da un relevo. Lejos de arrugarse ante los dos puertos de tercera que faltan, el australiano se crece. Aprieta el paso, vuela por el interior de la provincia de Málaga. El pelotón se percata muy tarde que es el gran día del australiano, un ciclista sin demasiadas victorias (lleva 10 con 28 años) pero que ha brillado por regularidad en el Tour y en el Giro . En la Vuelta estaba desmotivado hasta ayer, puesto 23 a 1 min. y 56 seg. de Roglic. El Red Bull-Bora no puede reducir la ventaja por el trazado sinuoso. Tampoco el Movistar, que defiende las opciones de Enric Mas. Pasa a colaborar el UAE, siempre activo, y la renta no disminuye. Al contrario. O'Connor se presenta con 6:30 al pie del último puerto y con esa diferencia aterriza en la meta. Su proeza recuerda a Giovannetti, Pereiro o Kuss , segundos espadas que ganaron una carrera gigante gracias a una escapada bidón como esta. «Ahora tengo el maillot rojo y quiero disfrutar. ¿Mantenerlo? Quizá sí. O no».