Sin pretenderlo, las monarquías escandinavas están, casi al mismo tiempo, en el centro del foco mediático por la preocupación que suscitan las noticias que han protagonizado recientemente. Por un lado, el escándalo del hijo de la Princesa Mette-Marit de Noruega , implicado en la agresión a una joven bajo los efectos, según confesó él, de las drogas y el alcohol, ha perjudicado de lleno la opinión de la ciudadanía respecto a su posible futuro en el trono, que se niega rotundamente a la abdicación del Rey Harald en favor de su hijo el Príncipe Haakon . Por otro, la Casa Real de Dinamarca tiene también varios frentes abiertos que ponen en duda su estabilidad. Las apariciones en público y juntos de Federico y Mary de Dinamarca fueron analizadas con lupa e interpretadas como actitudes distantes en la pareja, disparando así en la prensa danesa los rumores de una nueva crisis después el episodio protagonizado por Genoveva Casanova y el Rey. Viendo que se les notó tensos e incómodos en su posado de Bornholm, en su siguiente acto oficial cambiaron su parecer para mostrarse perdidamente enamorados eliminando de raíz las especulaciones sobre su relación . Con un motivo menos por el que preocupar, la familia danesa tiene que ocuparse de otro asunto mucho más importante: la imagen pública del Príncipe Christian , hijo mayor de Federico de Dinamarca apodado por los medios en ocasiones como 'el nuevo Príncipe fiestero'. Sin apenas presencia en los actos oficiales, Dinamarca comparte una idea común, el joven debe ser comedido con sus salidas y asumir mayor responsabilidad en la Corona. Tiene ya 18 años y el Príncipe no se plantea que su vida no sea como la del resto de jóvenes de su edad, por ello aprovecha para pasar tiempo con sus amigos saliendo de fiesta sin pensar en la polémica que genera su comportamiento y que trae al recuerdo el pasado más descontrolado de su padre. No es la primera vez que una noche en la vida del Príncipe llama la atención de los medios de comunicación. En una ocasión, un vídeo en el que se veía a Christian en un club de una estación de esquí rociando champán encima de sus amigos vio la luz, creció la controversia y obligó a la Casa Real a justificar la actitud como normal entre los jóvenes. Pero años después, el Príncipe sigue siendo muy fiestero, la última fiesta en la que fue visto muy animado y bebiendo cerveza era la de su graduación, y los daneses no guardan una buena impresión de él. Según recogen la prensa nórdica, Jakob Steen Olsen, experto en la Familia Real danesa, ha declarado recientemente en un pódcast que la cosa puede ser más seria de lo que parece, pues pone en jaque su futuro. «El problema es si se asocia su imagen a la de la fiesta constante. Esto puede suceder muy rápidamente, sobre todo, si solamente se le ve en este contexto, y no en actos oficiales», analizaba la posibilidad de ver dañada la reputación del joven. El joven es conocido por llevar la rebeldía en su ADN desde que era pequeño. Entre otras anécdotas que ha protagonizado a lo largo de su vida, destacan su afición por poner trampas en los cotos de caza reales, lo que le llevó a obtener la licencia de caza para disparar a los faisanes y algunos ciervos recién cumplidos los 16 años. Con esa edad también fue pillado fotografiándose junto a un rapero y varias cervezas. Además, quiso sacarse el carnet de conducir antes de la mayoría de edad aunque como heredero al trono tenga la obligación de ir acompañado de un conductor con años de experiencia al volante. Se desconocen cuáles son sus planes de cara al futuro, si seguirá su formación académica en Harvard como lo hizo su padre o si emprenderá el camino del entrenamiento militar. Haga lo que haga, la opinión pública recomienda a la Casa Real que tenga más presencia en la agenda oficial que antes, para poder ofrecer una faceta comprometida con la Corona, de la que tendrá que encargarse dentro de un largo tiempo.