Dentro del porno inmobiliario, el de verano sigue siendo el mejor, quizás porque en las casas frente al mar no imaginamos un hogar sino un hedonismo, una vida descalzos, sin mucho que hacer más allá de controlar las pulsaciones del día y acelerar las propias cuando toca, siguiendo la ley más antigua, que es la del capricho, la de la piel, y que aún está por derogar. Con esa fantasía se ha llenado la costa de terrazas blancas como lienzos, y agosto se ha convertido en una promesa recurrente, hecha siempre al atardecer, cansados pero felices: la vida puede ser esto, quizás, tal vez, algún día, si las cosas van bien... En 'El hombre bueno' (Movistar), David Trueba filma una...
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