Nicolás Maduro no quiere dejar resquicio a la hora de institucionalizar la represión que ha seguido al pucherazo de las elecciones que perdió claramente: ahora se lanza a por la prensa libre que aún queda en Venezuela. La detención de la periodista Ana Carolina Guaita a manos de esbirros del servicio de Inteligencia chavista –el siniestro Sebin– pretende ser ejemplificadora para el resto de los medios que no colaboran con el cacique bolivariano. En realidad, la campaña de Maduro contra la prensa libre se intensificó desde el mismo momento en que se cerraron las urnas y hubo constancia del fraude electoral que persigue el régimen, pues Guaita es la sexta periodista que, según denuncia el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Prensa, ha sido detenida por contar lo que realmente pasa en el país. Lo que hace distintivo este injusto apresamiento es que, además, Ana Carolina es hija de destacados dirigentes de la oposición. El dictador quiere dejar claro que no está dispuesto a aflojar en su estrategia de sojuzgar, a sangre y fuego, la voluntad que el pueblo venezolano depositó en las urnas a finales del pasado mes de julio y que le indicó la puerta de salida.
