En el mundo de las adopciones , cada historia es única y está marcada por giros inesperados que desafían las ideas tradicionales de la familia . Una de esas historias es la de Mark McDonald, un ingeniero mecánico de Portland, Oregón, cuya vida cambió para siempre cuando decidió buscar a su familia biológica . Sin embargo, lo que encontró no solo respondió a sus preguntas sobre sus orígenes , sino que también le trajo el regalo más preciado que jamás imaginó, a sus dos hijas . Mark siempre supo que era adoptado , una característica de su vida que consideraba tan común como su altura o su color de pelo. Creció en un buen entorno con su familia adoptiva, pero siempre sintió una desconexión profunda , una sensación que lo acompañó durante años. No obstante, esa inquietud permaneció en un segundo plano hasta que, después de casarse con Tina, su pareja desde la universidad, se enfrentaron al obstáculo de no poder tener hijos . «Cuando supe que no podíamos tener hijos, comencé a pensar en mi familia adoptiva. No en forma de arrepentimiento. Pero quería saber sobre mi madre biológica, quien era muy joven cuando nací. Solo tenía 16 años, lo que hace [la adopción] completamente entendible», explicó Mark en una entrevista con el programa 'Outlook' de la BBC. La incapacidad de tener hijos fue un catalizador para que Mark emprendiera la búsqueda de su familia biológica , no solo para comprender mejor su propia identidad, sino también con la esperanza de encontrar algún familiar con quien pudiera compartir su vida. «Siento que soy una buena persona y quería pasar mis genes. Que esta pequeña rama de la humanidad no se terminara. Pensé que si tenía hermanos biológicos, o algo por el estilo, eso resolvería mi crisis de desconexión», confesó. La búsqueda fue un proceso largo y lleno de incertidumbre. Los servicios sociales le advirtieron que podría tardar entre cinco y siete años en localizar a su familia biológica debido a la burocracia y la necesidad de proteger la privacidad de ambas partes. Sin embargo, tres años después, Mark recibió una llamada inesperada mientras se encontraba en un aeropuerto por un viaje de trabajo. Habían encontrado a su familia biológica . Era 2007 , tenía 35 años, y la noticia fue una ola de información difícil de procesar para Mark, pero lo que descubrió fue algo que jamás imaginó: sus padres biológicos seguían juntos y habían formado una familia . Además, tenía dos hermanos y una hermana menor que él. Rachel Elliot, su hermana, fue una de las primeras en recibir la noticia de su existencia. En 1999 , mientras estaba embarazada de su segunda hija, su madre la llevó a un restaurante para contarle que tenía un hermano mayor que había sido dado en adopción. «Estaba en el restaurante y las lágrimas caían sobre el plato. Por un lado, era una mujer embarazada abrumada por la experiencia de mi madre y cuán difícil es esa decisión. Por el otro, era una persona que ama a sus hermanos y siente una gran conexión con ellos, y ahora tenía uno más. Fue emocionante», comentó Rachel. Desde ese momento, Rachel y su familia esperaron ansiosamente el día en que Mark los contactara, ya que las autoridades exigían que fuese él quien diera el primer paso . Cuando finalmente se conocieron en persona, en 2007, la conexión entre Mark y Rachel fue inmediata. «De pronto, en una esquina, veo a un chico alto de ojos azules que tiene un semblante como si quisiera vomitar», recordó Rachel sobre el momento en que se encontraron en el aeropuerto de Portland. «No podía ver a Tina, porque era muy bajita. Pero vi a Mark y rápido pensé: 'ese es mi hermano'. Le di un abrazo sin avisar, puse mis dos manos en su rostro y comenté: 'eres real'». A medida que construían su relación, Mark compartió con Rachel su deseo de tener hijos , pero también su imposibilidad de lograrlo. Fue entonces cuando a Rachel se le ocurrió una idea que muchos podrían considerar inusual: ofrecerse para ser la madre subrogada de los hijos de Mark y Tina. Contra todo pronóstico, Mark y Tina aceptaron la propuesta de Rachel y, en agosto de ese mismo año, Rachel se quedó embarazada de gemelas , usando los óvulos de Tina y el esperma de Mark. Todo esto mientras vivían a 3.000 kilómetros de distancia. «Hubo una gran felicidad, pero con precaución», confesó Mark sobre el embarazo. Pese a la alegría inicial, el proceso de subrogación no estuvo exento de desafíos , tanto emocionales como legales. La ley de Carolina del Norte , donde vivía Rachel, establecía que la madre biológica era quien daba a luz , y su esposo, Curtis, fue automáticamente reconocido como el padre legal. Tuvieron que emprender un proceso legal para que Mark fuera reconocido como el padre y, más tarde, Tina tuvo que adoptar legalmente a las niñas . Tras todo lo vivido, la conexión familiar y de amistad entre Mark y Rachel se mantiene firme. Una cercanía que incluso les llevó a relatar su historia en un libro titulado ' Amor y genética: una verdadera historia de adopción, subrogación y el significado de la familia '. Según ellos, su experiencia ofrece un mensaje de esperanza , no solo para quienes se enfrentan a las dificultades de tener hijos y optan por la reproducción asistida , sino también para las familias adoptivas que desean establecer un vínculo con sus parientes biológicos .